Sobria y elegante
película de Lasse Hallström, quien más allá de mostrar cómo llevar el
salmón a Yemen, la historia si bien no es un concienzudo análisis geopolítico
(aunque sea en este ejemplo), de los intríngulis entre gobiernos por establecer
o no sus caprichos, creyendo que formalizan todo a través de hipócritas
protocolos, que muy bien los identificamos en la cinta, vemos una historia de
amor a través de los encuentros comunes en la vida, y, que significa , por
supuesto, la felicidad.
Un film pues amoroso,
cariñoso, simpático y auténtico con una fotografía al alcance de lo
sublime ante la intemperie de las almas
que como los personajes encarnados en Ewan Mcgregor y Emily Blunt se
buscan (o buscan) de buena de forma, encontrar verdades. Me refiero a
Alfred Jones y Harriet. Tampoco debemos olvidar a Kristin Scott Thomas. Aunque
la verdad de ella sea más acorde a ciertos manejos políticos.
Nada que reprocharle
a Lasse Hallström, que logra un perfecto equilibrio en lo que ocurre
en la historia a través de antítesis en varios aspectos de la intriga
(Oriente-Occidente, lo procedente y lo místico, etc., arropada en una tierna y
compasiva comedia. Y es que un salmón, bien lo amerita.