domingo, 24 de junio de 2012
A PROPÓSITO DE PROMETEO; VISIONAR ALIEN EL 8o. PASAJERO
De regreso a la Tierra, la nave de carga Nostromo interrumpe su viaje y despierta a sus siete tripulantes. El ordenador central, MADRE, ha detectado la misteriosa transmisión de una forma de vida desconocida, procedente de un planeta cercano. La nave se dirige entonces al extraño planeta para investigar el origen de la comunicación. (FILMAFFINITY)
Ridley Scott sorprende con la lectura que tiene su reciente film “Prometeo” (fue un gran benefactor de la humanidad). Pero, si unimos la parte final de este film con la primera de “Alien, el 8o. Pasajero” (1979) del mismo cineasta, y, vemos todo seguido, quizás comprendamos muchas cosas respecto a los orígenes de los alienígenas y no estrictamente al título que da origen al film.
La particularidad de este reciente film de Scott, quizás está en hallar el ADN de unos alienígenas, que nos permite vernos como una insignificancia ante toda esa majestuosidad del universo. Pero ¿por qué hostil en el devenir de su existencia? Pues esa es la gran incógnita. De todas formas, la cinta tiene todos ingredientes del suspenso, cine futurista y de terror.
Y los desdobla, además, para generar en el espectador la sensación de misterio, que aun para numerosos seres en este planeta tierra, es el origen del hombre; y por mucho que sucedáneos lo expliquen. En cierto contexto el film, me remite como reflexión, sobre la posible escritura del guión basada en los sumerios. Ellos creían que el universo estaba gobernado por un panteón que abarcaba un grupo de seres vivientes, de formas humanas pero inmortales y poseedores de poderes sobrehumanos. Estos seres, según creían, eran invisibles a los ojos mortales y guiaban y controlaban el cosmos según un plan prefijado y leyes rigurosamente prescritas.
De todas formas si esto fue lo que pude interpretar pero, con matices futuristas, el diseño visual, la banda sonora y la puesta en escena inteligente y atractiva, conduce mis más efusivos elogios a Scott, quien siempre su firma garantiza un buen espectáculo fílmico y que me recuerda un pensamiento de Woody Allen: “No conozco la clave del éxito, pero sé que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo” ¡Para qué no peleemos!