miércoles, 27 de abril de 2022

El tráiler de ‘El teléfono negro’

 

Universal Pictures liberó el tráiler de El teléfono negro, un filme de terror que luce impactante. No te puedes perder el gran avance de la cinta de Blumhouse, ni tampoco estos detalles sobre la historia. 

De la misma manera, la carta de presentación de El teléfono negro también incluye nombres tan fuertes como el de Ethan Hawke. El histrión, director y guionista ha estado nominado en varias ocasiones a los Premios Oscar. Esta producción se suma a otros títulos importantes como Una pequeña redención, El captor, La iglesia de la salvación, 24 horas para vivir, Los siete magníficos y Regresión, por mencionar algunos de sus proyectos más recientes.

martes, 12 de abril de 2022

Morbius

 

Al cineasta Daniel Espinosa no terminan de acomodarlo en el cine que hace. El director sueco de origen chileno, que ya tiene un amplio recorrido en el denominado cine de acción, de intriga [y hasta de ciencia ficción], entra sin vacilación en el universo Marvel como 'spin-off' y con indiscutibles propósitos de abrir una saga con el personaje de Morbius, el doctor Michael Morbius, un bioquímico con una rara enfermedad en la sangre. 

Decía que la crítica no termina de acomodarlo en el buen cine a la larga que realiza. Y las razones obedecen más quizá a un cine que pretende ser más comercial. De todas, formas su reciente película con algunos clichés del cine de multitudes, también evidencia en su discurso fílmico aspectos interesantes. “Morbius” antes que nada, con si final abierto, habrá que esperar en que termina toda esa situación que aparece sobre todo con su mujer amada.

Aunque la película no conviva con una línea de diálogo que explica en abundancia las intenciones del relato y del personaje Morbius, el tercio final del filme es un momento fundamental, pues en él reside la clave. Alguien que no es malo, pero que lo es en cierto modo, y que a la larga posee un corazón con justicia y que termina por platearse en que acabará su vida, l personaje zigzaguea entre lo que es y no es una tortura.

Un héroe diferente que mantiene el interés del espectador y las mejores escenas son aquellas en las que lucha contra el mal, siendo él a su vez, una encarnación de ello. De manera que el cineasta deja un epílogo muy ambivalente [y me parece acertado] pues el personaje y su sugerente acabado visual acabará por que el espectador de cine termine aceptándolo con todos sus errores.

No hay mucho más que analizar, pues como habrá secuela, uno pensaría que se entra en otro ecosistema  de supervivencia. Por lo pronto un entretenido filme que a veces asusta, pero a veces no.

Gonzalo Restrepo Sánchez

Visite: www.elcinesinirmaslejos.com.co

domingo, 27 de marzo de 2022

Brizna, cinta colombiana de Leonardo Perea

 

Al terminar su proyección dije que es un trabajo muy buñuelesco. Y es que la historia de una joven va a dar a la casa de don Marcos [Gustavo Angarita], un viejo solitario que hace rituales en latín comunicándose con las almas errantes que habitan en el antiguo cementerio que es su terreno y un agente inmobiliario; traduce toda una intención de misterio y obsesión.

Su director Leonardo Perea se apoya en una buena y nada apacible música extradiegética, un actor como Angarita y un paisaje con mucho sigilo [por lo de sus habitantes ya sepultados] para llegar al Pathos del espectador y en un modo lacónicamente ‘surrealista’, indagar temas y motivos característicos de la doctrina de Breton [re-definición del sujeto que llega a imaginarse como un medio para liberarse del control moral y racional que restringe la expresión individual] y un Yo desbordado.


La llamada del tambor [ y un excepcional Angarita] y el arraigo misterioso en el que se circunscriben los personajes [con una mujer sin rumbo aparente, y un apurado comerciante español, de terrenos], propone en una cinta que no aburre, una permanente alerta de intereses de los interlocutores y “una mezcla de semiótica y de psicoanálisis que viene de la teoría de Jacques Lacan, quien cree que el simbolismo de objetos y el simbolismo del lenguaje verbal son casi los mismos” (Williams, 1998, pp. 199-206).

En este sentido parece que la película no avanzara, pero su factor dramático reiterativo [no cometeré spoilers] siempre tiene una relación muy estrecha con la muerte, lo que se revela y observa en episodios donde los seres humanos son visualizados en una manifestación muy singular. Una película colombiana pues que el espectador normal y corriente a lo mejor se plantee muchas cosas, pero el cinéfilo de turno atestigua que se está ante un cine muy personal.

viernes, 25 de marzo de 2022

Utama (filme boliviano ganador en Sundance 2022)

 

Antes de que el cine se reconciliase con lo denominado mass media, la apreciación y evaluación de los territorios y en principio de ciertas colectividades sociales; provenían sobre todo, de la pintura y la literatura. Con la llegada del cine, ese denominado “imaginario paisajístico” cambió de modo considerable. Gámir (2012) formula: “Antes, la información sobre ámbitos lejanos era muy limitada, mientras que ahora es más generalizada y habitual”.


El mismo autor considera que
 los espacios “el vivido y el mediatizado, no constituyen ámbitos separados si bien raramente son simultáneos en el tiempo. Así una película puede retrotraernos a episodios vividos en nuestra infancia o juventud. La información procedente tanto del espacio vivido como del mediatizado se mezcla en nuestra mente con factores psicológicos, prejuicios, o con nuestra propia memoria, y como resultado formamos un nuevo espacio parcialmente vivido, parcialmente transmitido”.

“Utama” [“nuestro hogar” en quechua] ganó el reciente festival de cine de Sundance y no es por nada, pero  cuando el habitante de la sala de cine entra en contacto con los saraguros [una de las familias del pueblo quechua e idioma en el cual se habla en el filme] y su ilimitado espacio, realmente queda deslumbrado por el paisaje, que acariciando el refugio de los dioses, se siente ese ritmo pausado que gobierna las vidas de su gente.

La Ópera Prima de Alejandro Loayza Grisi, es una película intimista, lenta en el discurrir de los pasos por la vida y decisiones, y que nos llevan a pensar que es mejor así. Y es que el pasar de los días de Virginio y Sisa, un anciano matrimonio de pastores quechua, y ese extenso paisaje inhóspito [con grandes planos generales de Bárbara Álvarez (“La mujer sin cabeza”, 2008)]; nos remite a muchas ideas. Intentemos abordar al menos un par.

La primera sería que a través del anciano Virginio, por lo general cargado sobriedad y pocas en palabras [si bien le habla a Clever acerca del cóndor, un animal venerado por su pueblo y cargado de presagios y mitologías sobre el anuncio de la muerte], debemos mirar a esos seres humanos, mayores, y habitualmente ignorados, como a esa casta de hombres con quienes el diálogo debe permitirnos ser más conscientes de esas coordenadas sobre la vida y compañía [que no compasión].

La segunda sería recordar el pensamiento de François Truffaut cuando pensaba que un día no tal lejano, las películas serían el resultado de la propia interioridad del cineasta. Además, ese cine de vanguardia [si se quiere ver así] alegaba Brenez en “Cinémas d'avant-garde” (2006) que bien pudo y puede, surgir un tipo de artista que conservara el espíritu perenne de cierta insurrección.

Excelente película pues que invita a observar y analizar nuestras propias realidades de la humanidad y en lo personal. Hay revelaciones valiosas sin lugar a dudas y el cine está ahí para mostrarlo.

 

 

 

"La roya" del cineasta colombiano Juan Sebastián Mesa

 

“La roya” es la reciente película de Juan Sebastián Mesa que pasó por FICCI 61, en la inauguración del certamen cinematográfico de Cartagena de Indias. La historia es bien sencilla: Jorge vive en una finca cafetera en medio de un selvático lugar alejado de la ciudad. Él es el único joven que ha decidido quedarse en el campo y recolectar café [y que nadie quiere recolectar, afectada además, por una fuerte plaga].

Cuando en el último tercio del filme, el perosnaje Jorge confronta de nuevo la ciudad, es cuando surgen las reflexiones entre el hombre, el campo y la ciudad. Digamos en un principio que la película codifica la posición social y personal [generada por el contraste ciudad-campo]. Con estas señas, Mesa construye una película que se detiene a no perder de vista que es lo que realmente satisface el alma del individuo. Y más allá de una puesta en escena [sin angulaciones extremas y largos travellings] y especialmente en la primera hora del largometraje, el cineasta de pronto, en la identidad genérica del drama, nos invita a que la observación y el diario sentimiento más verista y sin estallidos románticos; nos permite que celebremos la maleabilidad expresiva del medio que se habita.

A lo mejor la película evoca una emoción donde lo que una vez fue, ahora es huella muerta en paisajes urbanos que conocieron los años de primavera y ahora, hacen volver las miradas a mi pasado más reciente. La historia de Jorge es la radiografía pues y un ejercicio de expiación de géneros, y sin ser llevados al límite de las disposiciones clásicas [y convencionales]. Asimismo, reflejan a un cineasta muy cómodo en ese encuentro entre el campo y la ciudad, siempre con una cámara que sabe determinar el movimiento psicológico de sus personajes en cada secuencia observada.

El cine nunca ha estado ajeno a este tipo de historias. Viene a mi memoria, el director estadounidense John Ford, quien adaptó al cine la novela del escritor John Steinbeck, “Las uvas de la ira”, en 1940. El libro se publicó el mismo año de la producción de la película. Dicha premura solo puede ser entendida si cavilamos en Hollywood y en sus grandes y poderosos estudios sin lugar a dudas.

Si para nosotros el cineasta John Ford intentara desprenderse de una supuesta conciencia de clase con sus declaraciones, es imposible contemplar “Las uvas de la ira” y no centrarnos y emocionarnos en esa evolución que sufre la familia Joad y demás seres humanos en similares escenarios [desde la discrepancia y decepción, hasta ese desencanto y lucha, acabando por la toma de conciencia]. La que toma Jorge en ese mismo camino metafísico, si se quiere ver así.

Sin necesidad de recurrir a complicados artificios, el cineasta Mesa se sale con la suya: al mismo tiempo que sentimos la soledad; nuestro personaje no experimenta una desconexión con lo propio, con lo que siempre ha pensado como suyo y tratado como tal. A modo de conclusión “La roya” es la metáfora de la tierra prometida, y un joven que logra entender la fuerza de su interior, y que todos poseemos en ese pedazo de una alma formidable. En definitiva, percatamos de que un hombre no sirve para nada sin esa toma de conciencia que adquiere a fuerza de observar la realidad verdadera y proseguir su camino

Las cercanas

 

Muy pocas películas latinoamericanas llagan a nuestras carteleras por no decir que es nula la exhibición de películas de nuestro continente. Valdría la pena revisar el asunto, pues nos permite entre otras cosas, analizar que es que lo se hace fuera del territorio colombiano. Aunque entiendo que es un problema de distribución y exhibición nada fácil de solucionar.

Pasó por FICCI 61 la reciente película de la cineasta argentina María Álvarez “Las Cercanas” [ganadora en el reciente festival de cine de Mar del Plata como la mejor película argentina 2021]. De entrada podemos decir que es una película documental que narra la historia de las gemelas Isabel y Amelia Cavallini [en el momento del rodaje tenían 91 años, una de ellas falleció hace un tiempo], concertistas de piano que siempre tocaban a dúo.

A mi juicio, la historia no plantea un problema de angustia y tristeza sobre la vejez, sino de la nostalgia cargada de melancolía [nada de hipocondría]. De hecho, “Las cercanas” y en este contexto, aunque parezca que no, se crece en sus pequeñas filiaciones entre la música de piano y dos damas mayores, tanto en lo narrativo con una cámara firme, como estéticos; si bien esa profundidad dramática en el filme apuntale en una propuesta que de primeras puede parecer muy sencilla.

A partir de miradas y gestos que rememoran más que extensos discursos, hasta planos concluyentes cargados de significado, como los muñecos que tienen de compañía ambas mujeres [si bien no hay mucho plano abierto para aislar al personaje, sí primeros planos para sentir que las emociones se aíslan en su atenta planificación]; la cineasta argentina nos va envolviendo en su propósito: instantes en los que en las dos ancianas se advierte cierta y curiosa complicidad en la manera de ver las cosas, pese a lo poco que las separa esa imperativa necesidad [involuntaria además] de conllevar un mismo destino.

Visto así el asunto, la película es un viaje de pronto a la soledad, con un epílogo realista. Y sobre este tema [la soledad], el cine siempre nos ha mostrado lo mejor. Y no es que este cronista sea viejo, es que el cine siempre nos lleva de alguna manera a donde queremos estar, y en esta reflexión y remembranza cinéfila, la película [por ejemplo] Cuando huye el día” (Wild Strawberries, Ingman Bergman, 1957); nos refrenda que los mejores recuerdos y nostalgias los conseguimos cuando la soledad nos consume. Además, el desafío de la incertidumbre y el autodescubrimiento sobre la base de los recuerdos, es la columna vertebral de esa situación que muchos seres humanos sobrellevan. Desde el punto de vista filosófico. Montero y Sánchez (2014) afirman:

La soledad es entendida como una condición inescapable en la búsqueda de la autoconciencia. De acuerdo con Mijuskovic la soledad está arraigada en la realidad primaria del individuo, inmanente y subjetiva. Dentro de esta perspectiva, el dictum de lograr la autoconciencia enfrenta al hombre ante el hecho de una soledad ontogenética (p. 19).

Recientemente leía que “los cineastas han estado haciendo películas sobre la soledad desde el comienzo del cine, pero un director contemporánea que realmente se destaca en su exploración cinematográfica de este tema es Spike Jonze”. De todas formas en lo particular, los dos personajes protagonistas de esta excelente película de María Álvarez, me encantan por muchas razones y, una de ellas es la idea concluyente que deja en mis adentros: la vida bien vale la pena vivirla. Y esto lo digo porque en lo fenomenológico, hallamos la concepción de la soledad como una forma de autoconciencia.

miércoles, 23 de marzo de 2022

El árbol rojo

Una cosa curiosa ocurrió cuando se presentó esta película en la versión número 61 de FICCI. Faltaba poco para terminar la proyección del filme, cuando de pronto se fue el fluido eléctrico. Lo que más sorprende es que nadie se movió de su butaca, aun cuando alguien del festival anunció que se proyectaría en otro momento. Esto indica a las claras que el argumento de la cinta había cautivado a todos los presentes y querían ver el final. Una buena y única razón posiblemente para considerar que se estaba ante una buena película.



Con relación a la historia totalmente caribeña [de la costa norte de Colombia] y la película dirigida por un cachaco [nacido en el interior del país y no es un vocablo peyorativo] Joan Gómez Endara, plantea de entrada las relaciones poco cariñosas entre un adulto esquivo llamando Eliecer y una niña [llamada Esperanza] en un viaje en apariencia a ninguna parte. La trama que parte del año 1999, por consiguiente, y conforme a las circunstancias económicas y afectivas de los interlocutores, nunca da la expectativa de un final rosa y una situación rebuscada o compleja. Y, permitiendo al mismo tiempo al espectador, disfrutar de la sorpresa y de su desarrollo. Al escribir sobre esas capas que sostienen el meollo dramático del filme, asimismo se valoran a través de una gaita sanjacintera, que tiene su protagonismo y que nos ayudará a encontrar expresión e identidad.

Antes de proseguir con el análisis, bien merece la pena aclarar el origen del instrumento musical. Carmona, Dean y Borja (2019) aclaran:

En sus inicios el instrumento era denominado “Kúisi” como lo expresa el docente Puello en la entrevista, este tipo de música pertenecía a la gente de clase humilde y era repudiada por las personas de clase alta. En este tipo de música los indígenas, obreros y en general la gente común contaba sus vivencias y situaciones (p. 24).

Una gaita en consecuencia, y que en la película como metáfora a la larga que es, nos permite entender las vivencias [si bien no se observa, pero se entrevé]  de una niña y un adulto, y que son las clásicas intuiciones de una omnisciencia narrativa importante, que confiere una verosimilitud entre la presencia y/o la ausencia de otro ser querido; no obstante pensemos que siempre todo está por suceder.

Bella propuesta cinematográfica en consecuencia tanto por su narrativa como estéticos compases musicales, y desde miradas y gestos que evocan difusas arengas de un parco Eliecer [al igual que su destello de una vida protagonista y anodina —conmovedora por momentos—]; hasta planos concretos cargados de significado. Entonces surge la pregunta, ¿por qué la gaita en ese contexto? Intentemos aproximarnos a ello.

Si las representaciones sociales están estrechamente atadas con los denominados imaginarios colectivos, que se crean desde la interacción entre los seres humanos. Según el psicólogo social rumano Moscovici: “las representaciones sociales” emergen principalmente en situaciones de crisis y conflictos. De conformidad con la teoría de las representaciones sociales de Moscovici (citado por Rateau y Lo Monaco, 2013) es viable pensar que los individuos transfiguren una significación en una imagen [en un núcleo alegórico]. Esto explica [y no solo en la película] por qué la música de gaitas o la cultura de la gaitas se transforma en la imagen que recuerda la casa, o el pueblo para esos caribeños que están lejos. Lo anterior viene a propósito, porque la gaita en el filme tiene un protagonismo omnisciente interesante.

En otro orden de ideas que propongo, es que al plantear “ese reflejo” que de los hechos se produce en la mente del espectador tras observar  “El árbol rojo”, es debido a que es una historia sensible e identificable en la región Caribe. Muchas niñas [hoy mujeres] han transitado ese camino lleno de incertidumbres, y, de ahí que la evolución del relato no huye de todo ese lugar común que es el Caribe y plantee una pregunta quizá enérgica en las mentes del espectador tras observar a Eliecer y la niña. ¿Quién puede prescindir de quien en la vida que les puso en el camino? Dicha formulación además nace de las escenas donde sin artimaña alguna, adquieren a su vez otros niveles emocionales, puesto que la vida inocente que observa y concibe la niña [inmersa en su mundo inocente], no es la misma que la del adulto.

Toda esta formulación y profundidad dramática a su vez, es apuntalada en una propuesta que de primeras [e insisto en ello] puede considerarse muy sencilla: dos personajes relevantes, y escasamente pocas localizaciones principales y un tratamiento caracterizado en general por una economía narrativa. Más no se puede y ahí está la versatilidad del cineasta Gómez Endara.

A decir verdad importan más ciertos silencios que algunas palabras entre los interlocutores, las exiguas elipsis que escenas explícitas sobre lo acumulado y se siente además, cómo ciertas perturbaciones [que se podrían repasar a través de los personajes] no resultan importantes cuando se entiende que la brecha generacional otorga el distanciamiento entre esos dos seres apocados [Eliecer y Esperanza muy poco hablan entre sí].  Si bien la puesta en escena no es perfecta, lo que importa es que, sin caer en la efectismo melodramático, prioriza el drama puro y simplemente humano.

 

 

Referencias

Carmona, Y. Dean, W.  y W. Borja (2019). Procesos comunicacionales y representaciones sociales que tienen los jóvenes sobre la música de gaitas y su influencia en la tradición musical desee San Jacinto, Bolívar. Tesis pregrado. Universidad Tecnológica de Bolívar. Teradata. https://biblioteca.utb.edu.co/notas/tesis/0067357.pdf

Lo Monaco, G., Lheureux, F. & Halimi-Falkowicz, S. (2008). Le test d’indépendance au context (TIC): une nouvelle technique d’étude de la structure représentationnelle. Swiss Journal of Psychology, 67(2), 119-123.