domingo, 3 de junio de 2018

The 15:17 to Paris',



Tomando la idea que el 21 de agosto de 2015, Ayoub El Khazzani abordó un tren de alta velocidad en ruta a París, armado hasta los dientes  (cuchillo, pistola, un rifle de asalto y casi 300 cartuchos de munición), con la idea de perpetrar un ataque. Sin embargo, el protagonismo es de tres jóvenes turistas estadounidenses: Alek Skarlatos, Anthony Sadler y Spencer Stone.



Esta es la  nueva película de Clint Eastwood, que con una reconstrucción dramática, intenta exaltar el concepto del héroe de tres personajes jóvenes que sin evocar fatalidades y falsos destinos, remite simplemente a la valentía de abordar lo que el presente da.


Si bien todo está dado para un excelente filme, considero que la retrospección de la acción para ver la niñez y juventud de tres protagonistas, quita en los dos tercios iniciales del guion su intriga general. Y es precisamente en el tercio final del filme donde lo acaecido si bien resulta verosímil, carece peso dramático. Ya Eastwood ha mostrado estas historias de valentía: "American Sniper" y "Sully", historias con más peso por supuesto que su reciente The 15:17 to Paris'. Toca reivindicarse Clint.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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jueves, 31 de mayo de 2018

Le sens de la fête




Los directores del éxito francés 'The Intouchables' están de vuelta con una comedia. Una comedia que habla de muchas verdades. Max, como el hombre responsable de dirigir una fiesta de matrimonio, funciona como eje narrativo, dando pie a las desiguales subtramas, que generan precisamente la idea del filme: todo en la vida debe funcionar a la perfección y evitar un desastre total.


Pero es que la vida es la vida (al igual que la preparación de un matrimonio) sin excentricidades y, se entremezclan por tanto dos niveles sociológicos de ardua avenencia: el real y la banalidad. En otras palabras, la vida (a miles de kilómetros de distancia y sin los filtros de las redes y los medios de comunicación), difumina todas las provocaciones que nosotros podemos imaginar, cuando queremos apurar precisamente la vida.


¡Qué nada! Qué no hay que preparar nada cuando del estado de las cosas se refiere. La vida es de naturaleza episódica. Ahora bien, sin apenas darnos cuenta, la vida se va introduciendo en esos diálogos en apariencia anodinos. Y que sacan a brillar tanto cierto tipo de disputas que sobrellevan a veces una conversación que en verdad no tiene relación alguna con el grueso del destino: Una metáfora que más tarde cobrará mayor sentido.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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miércoles, 30 de mayo de 2018

Solo: A Star Wars Story



En este spin-off, se conoce la juventud de Han y todo lo que tuvo que hacer para sobrevivir en un mundo cargado siempre de aventura y cómo llega a la princesa Leia. En este contexto, la historia mantiene su razón de ser y es que el guionista Lawrence Kasdan logra mantener en la mente del espectador, esta atracción e historia de amor en un futuro distópico.

Y es que si algo tiene de soporte esta historia cargada de acción, es obligatoriamente su guion. Un guion que es funcional y bastante tópico en su género, recurriendo a la sucesión de persecuciones —muy afortunadas en su mayoría para Han y compañía— en el espacio sideral, y, al melodrama personal sufrido por el protagonista y su consiguiente búsqueda del objeto del deseo, desencadenando así la trama (tendrá segunda parte).

Han Solo y su grosera manera de comportarse ante las adversidades, son suficientes para nutrir por sí solos, un espectáculo de más de dos horas sin tiempos muertos. Y es que el cineasta sabe mantener un ritmo incesante de principio a fin, sin altibajos y gracias —lo reitero una vez más— a un guion ágil y con referencias sin lugar a dudas al western.

Película pues recomendada y que parte de su frescura, se debe básicamente a los personajes cuando eran jóvenes y una sucesión de pautas y códigos que hábilmente aúna sus libertades y, de esta manera, no difumina a cada individuo las particularidades que cada uno tiene: él un buen aventurero, ella una bella princesa. 

Gonzalo Restrepo Sánchez
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martes, 29 de mayo de 2018

LOS JUDAS EN EL CINE



Hace poco recibí un mensaje por internet donde expresaba: “Aprende a sentarte en la misma mesa con Judas sin que te robe la paz”. Al otro día, volví a leer la frase y mi mente recordó el libro de Amoz Oz, “Judas” donde se partía de la premisa (de forma no tan enérgica) que hubiera pasado si en realidad Judas no hubiese traicionado a Jesús.

Estas dos ideas nos llevan a pensar opiniones y estrategias diferentes cuando nos asiste un judas (falso, hipócrita, traidor, etc.) en una sociedad cargada de este tipo de personajes. Es difícil tener un comportamiento cuando sabemos que estamos ante un ser de características bien opuestas. Jesús siempre mantuvo su postura asertiva a pesar de conocer a un ser hipócrita. De todas formas, considero que el cine ha ilustrado muy bien la condición del ser humano y sobre todo a esa clase de personajes que como a Judas, siempre merodean la falsedad. Veamos un par de ejemplos:

Uno sería La règle du jeu (La regla del juego, Jean Renior, 1939). Alguna vez Robert Altman dijo: “Aprendí las reglas del juego de 'Las reglas del juego'", y es que su filme “Parque Gosford”, no está muy lejos de su frase. Pero otro filme sería “Tartufo” de Murnau en 1925. En este filme (basado en la obra homónima), el guion de Carl Mayer no era una adaptación rigurosa de la comedia de Molière, sino que, al contrario, se tomó la libertad de excluir unos cuantos protagonistas (como la madre y los hijos de Orgon) así como de algunos matices argumentales para facilitar la historia atesorando básicamente el tema y su esencia.


Tartufo es el tipo de personaje para el cine que un actor agradece encarnar: un interlocutor ruin y magnánimo, y que el actor puede caracterizarlo libremente —cayendo en el elogio— puesto que es una comedia. En la cinta de Murnau, el actor alemán Emil Jannings y sus apariciones  (perennemente pegado a sus libros religiosos) resultan inolvidables, así como las escenas abiertamente humorísticas como el desayuno con Orgon, donde engulle un pedazo de carne, o cuando charla con la esposa de Orgon y no puede evitar fijarse en el escote y las piernas de ella.

De todas formas, si bien a los actores les resulta fácil caracterizar a tanto tartufo en la vida, la explicación podría hallarse en que a la larga, todos nosotros —actores hipócritas— llevamos algo de Judas. Es bien válido analizar la vida y observar como no hacemos algo bueno para luego sentirnos mal. “El hombre quiere ser sincero, pero psicológicamente “camina por debajo” y no acepta algunas cosas que oculta ante los demás y que reprime ante sí mismo. Para el psicoanálisis, por usar un lenguaje de la psicología, represión es un mecanismo primario de defensa comparable a una tentativa de fuga y precursor de la futura solución normal por enjuiciamiento y condena del impulso repulsivo¨ (Freud, 1948 p.931).

La psicología propone tres juanes: lo que realmente uno mismo es, lo que uno mismo cree que es y lo que otros creen que uno es (Allport, 1986 p. 348).  ¡Que nada! Como reafirma la teoría kantiana, el hombre busca actuar moralmente pero en los vericuetos del alma y su intimidad, aspira a quedar bien. “Desea ser aprobado, sinceramente aprobado, pero no por ello deja su “recorrido por detrás” de la apariencia”, su hipocresía fundamental (persona en griego significa “máscara”). No se trata aquí de inmoralidad, egolatría o afán de notoriedad, sino de su necesidad elemental de representar valores ante los demás. “la sinceridad absoluta es una utopía” (López Ibor, 1969 p.53). ¡Qué hipócrita somos, no hay nada que hacer!

Gonzalo Restrepo sánchez
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martes, 22 de mayo de 2018

FAHRENHEIT 451': UNA DISTOPÍA PARA EL 2018


Con la reciente noticia que HBO estrena una nueva adaptación del clásico distópico de Ray Bradbury dirigido por Ramin Bahrani, bien suscita la ocasión para traer algunos aspectos de la obra, de lectura obligada a las nuevas generaciones que no leen y  que google les soluciona todo.


Lo que Bradbury entendía por distopía le permitió crear —aunque él no lo sabía—, la tercera obra fundamental, que más tarde formaría parte de una especie de trinidad para el género literario: “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, “1984” de George Orwell y “Fahrenheit 45”1, la que nos ocupa (el título hace referencia a la temperatura en grados Fahrenheit a la que arde el papel).

Por aquel entonces, Bradbury tenía algunos apuros económicos que no le permitían reparar su máquina de escribir y mucho menos alquilar un despacho. Apunta la historia que, escrutando algún lugar en el qué poder desempeñar su labor, dio —en poco tiempo— con la sala de mecanografía del sótano de la biblioteca de la Universidad de California, en Los Ángeles. Allí se hallaban unas cuantas máquinas Remington y Underwood que se alquilaban a diez centavos la media hora. Se insertaba la moneda y entonces un contador movía una cuenta (hacia atrás) durante la cual tenía que escribir lo que se alcanzase.

Cinco cuentos cortos, escritos durante un período de dos o tres años, hicieron que invirtiera nueve dólares y medio en monedas de diez centavos. Además, Bradbury escribió un relato llamado “El bombero”, que se publicó en 1953 con el nombre de “Fahrenheit 451”, una de las novelas de ciencia ficción más prestigiosas de la historia universal.

La fábula es bien conocida: en una sociedad distópica —en la que el control de la información es absoluta—, los libros están prohibidos y Guy Montag, el protagonista, se encarga de buscarlos y quemarlos. Este hombre forma parte del cuerpo de bomberos de la ciudad, quien buscando conservar la paz, hace que arda en llamas todo aquello que pueda alterarla. Un día, Montag conoce a Clarisse McClellan, una joven que le hará preguntarse por qué hace lo que hace.

«Lo que más molestaba a William Peterson (el héroe de “El bombero”) era Shakespeare y Platón y Aristóteles y Jonathan Swift y William Faulkner, y los poemas de, bueno, Robert Frost, quizá, y John Donne y Robert Herrick. Todos arrojados a la Hoguera. Después imaginó las cenizas (porque en eso se convertirían). Pensó en las esculturas colosales de Michelangelo, y en el Greco y Renoir y en tantos otros. Mañana estarían todos muertos, Shakespeare y Frost junto con HuxIey, Picasso, Swift y Beethoven, toda aquella extraordinaria biblioteca y el bastante común propietario...»

Aproximarse a un clásico literario importante para adaptarlo al lenguaje audiovisual no es fácil y siempre surgen los detractores. “Fahrenheit 451”  no es una excepción, así que se asume que en el proceso de adaptación de la HBO puede pasar cualquier cosa. Para modernizar la novela de Bradbury, Bahrani nos presenta una sociedad en la que los medios de comunicación han lavado el cerebro a la población para que odie a los ‘rebeldes’ lectores de libros y pensadores. La adaptación del 1966 que filmó François Truffaut, es  nuestro encuentro más cercano en el cine.

La pregunta que surge y con base en la novela de Bradbury es, si hoy día debía existir un Montag (imaginario o no) para que fastidiase a google y todo mundo volviera a leer más. ¡Sin imaginar un universo distópico, ahí queda el debate! 

Gonzalo Restrepo Sánchez 
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viernes, 18 de mayo de 2018

Cannes 2018: "Niña", el niño que soñó bailarina



A los 27 años, el cineasta belga Lukas Dhont, revelación del 71 ° Festival de Cine de Cannes, firma con "Girl" una historia de género y perseverancia que ha molestado a la Croisette.

"Si mi película sugiere lo contrario masculino y lo femenino, que sería bueno": en 27 años, el realizador belga Lukas Dhont, la revelación de la 71 Festival de Cannes, lleva a la pantalla una especie de historia y perseverancia " chica ". La Croisette salió enojada. Ganador de los 2016 Cinéfondation, la incubadora de talento Festival, talleres de escritura y Primeros Planos de Angers, el director flamenco joven cuenta la verdadera historia de una niña de 15 años, niño nacido, que sueña con ser una bailarina estrella.
https://culturebox.francetvinfo.fr/


martes, 15 de mayo de 2018

‘The House That Jack Built’ de Lars von Trier



Lars von Trier advirtió a sus seguidores que The House That Jack Built (2018) sería su oferta más brutal y violenta hasta la fecha, y el primer avance oficial de la película sugiere que el director no tendrá problemas para cumplir esa promesa. Con un montón de sangre y violencia gráfica, arropada incómodamente por “Fame” de David Bowie, el avance de The House That Jack Built confirma que von Trier está a la altura de sus trucos de polarización habituales.


El filme está protagonizado por Matt Dillon como un brutal asesino en serie. El guion de von Trier sigue el desarrollo de Jack a través de cinco asesinatos importantes y dando vislumbres de su inquietante experiencia de llegar a la mayoría de edad. Uma Thurman y Riley Keough protagonizan como dos de las víctimas de Jack.
http://enfilme.com