El
segundo certamen en importancia dentro de ese gran universo industrial y
cinematográfico que es el Festival de Cannes, es el denominado Un Certain regar
(Una cierta mirada) que cada año sorprende con excelentes filmes de regiones
geográficas pocas veces beneficiadas con las grandes pantallas.
Este
año toca a Senegal. Producida por Bruno Nahon y Omar Sy, Padre y soldado es el
segundo largometraje del director, guionista y director de fotografía Mathieu
Vadepied. La película destaca la historia de los soldados de infantería
senegaleses, héroes olvidados de la Primera Guerra Mundial, obligados a
abandonar su tierra natal y luchar para liberar a Francia.
La
coproducción franco-senegalesa, rodada en Francia y Senegal, cuenta la historia
de Bakary Diallo, un padre que se alista en el ejército francés en 1917 para
unirse a Thierno, su hijo de 17 años, que fue reclutado a la fuerza.
Enviados
al frente, padre e hijo tendrán que enfrentarse juntos a la guerra. Galvanizado
por el fervor de su oficial que quiere llevarlo al corazón de la batalla,
Thierno alcanza la mayoría de edad mientras Bakary hace todo lo posible para
sacarlo del combate y llevarlo a casa sano y salvo. Fuente:elcaribe.com.co
El título oficial de
esta segunda parte será: 'Avatar: The Way of Water', un nombre que ya se habló
en 2018, según información que ya se publicó con los nombres de todas las
secuelas. Cameron había mencionado que los rumores de ese título eran ciertos.
James Cameron nos ha
ido dando apuntes sobre ella: "La historia de las secuelas seguirá a Jake,
Neytiri y a sus hijos. Es más una saga familiar y sus problemas con los
humanos". Cameron ha insistido en que veremos nuevos personajes, nuevas
localizaciones de Pandora y, sobre todo, los océanos del planeta. James Cameron
está llevando a cabo una nueva forma de grabación bajo el agua, y planea
revolucionar, una vez más, el mundo de los efectos digitales en el cine.
El productor Jon Landau
lo dejó claro: la película se centrará en la familia. "Esta es la historia
de la familia Sully y lo que hace una persona para mantener a su familia unida.
Jake y Neytiri tienen una familia en esta película, son obligados a abandonar
su hogar, así que salen al exterior y exploran diferentes regiones de Pandora,
pasando un tiempo en el agua, alrededor del agua, sobre el agua... Creo que, la
razón por la que la gente recurre al cine más que nunca hoy en día es porque
quieren escapar, escapar del mundo en el que vivimos, escapar de las presiones
que tienen en sus vidas". Fuente:fotogramas.es
Universal
Pictures liberó el tráiler de El teléfono negro, un filme de terror que luce
impactante. No te puedes perder el gran avance de la cinta de Blumhouse, ni
tampoco estos detalles sobre la historia.
De la misma manera, la carta de
presentación de El teléfono negro también incluye nombres tan fuertes como el
de Ethan Hawke. El histrión, director y guionista ha estado nominado en varias
ocasiones a los Premios Oscar. Esta producción se suma a otros títulos
importantes como Una pequeña redención, El captor, La iglesia de la salvación,
24 horas para vivir, Los siete magníficos y Regresión, por mencionar algunos de
sus proyectos más recientes.
Al cineasta Daniel Espinosa no terminan de acomodarlo
en el cine que hace.El director sueco de origen chileno, que ya tiene un amplio
recorrido en el denominado cine de acción, de intriga [y hasta de ciencia
ficción], entra sin vacilación en el universo Marvel como 'spin-off' y con indiscutibles
propósitos de abrir una saga con el personaje de Morbius, el doctor Michael
Morbius, un bioquímico con una rara enfermedad en la sangre.
Decía que la crítica no termina de acomodarlo en el buen
cine a la larga que realiza. Y las razones obedecen más quizá a un cine que
pretende ser más comercial. De todas, formas su reciente película con algunos clichés
del cine de multitudes, también evidencia en su discurso fílmico aspectos
interesantes. “Morbius” antes que nada, con si final abierto, habrá que esperar
en que termina toda esa situación que aparece sobre todo con su mujer amada.
Aunque la película no conviva con una línea de diálogo
que explica en abundancia las intenciones del relato y del personaje Morbius,
el tercio final del filme es un momento fundamental, pues en él reside la
clave. Alguien que no es malo, pero que lo es en cierto modo, y que a la larga
posee un corazón con justicia y que termina por platearse en que acabará su
vida, l personaje zigzaguea entre lo que es y no es una tortura.
Un héroe diferente que mantiene el interés del
espectador y las mejores escenas son aquellas en las que lucha contra el mal,
siendo él a su vez, una encarnación de ello. De manera que el cineasta deja un
epílogo muy ambivalente [y me parece acertado] pues el personaje y su sugerente
acabado visual acabará por que el espectador de cine termine aceptándolo con
todos sus errores.
No hay mucho más que analizar, pues como habrá secuela,
uno pensaría que se entra en otro ecosistemade supervivencia. Por lo pronto un entretenido filme que a veces asusta,
pero a veces no.
Al terminar su proyección dije que es un trabajo
muy buñuelesco. Y es que la historiade una joven va a dar a la casa de don Marcos [Gustavo
Angarita], un viejo solitario que hace rituales en latín comunicándose con las
almas errantes que habitan en el antiguo cementerio que es su terreno y un
agente inmobiliario; traduce toda una intención de misterio y obsesión.
Su director Leonardo Perea se apoya en una buena y
nada apacible música extradiegética, un actor como Angarita y un paisaje con
mucho sigilo [por lo de sus habitantes ya sepultados] para llegar al Pathos del espectador y en un modo lacónicamente
‘surrealista’, indagar temas y motivos característicos de la doctrina de Breton
[re-definición del sujeto que llega a imaginarse como un medio para liberarse
del control moral y racional que restringe la expresión individual] y un Yo
desbordado.
La llamada del tambor [ y un excepcional Angarita] y el
arraigo misterioso en el que se circunscriben los personajes [con una mujer sin
rumbo aparente, y un apurado comerciante español, de terrenos], propone en una
cinta que no aburre, una permanente alerta de intereses de los interlocutores y
“una mezcla de semiótica y de psicoanálisis que viene de la teoría de Jacques
Lacan, quien cree que el simbolismo de objetos y el simbolismo del lenguaje
verbal son casi los mismos” (Williams, 1998, pp. 199-206).
En este sentido parece que la película no avanzara,
pero su factor dramático reiterativo [no cometeré spoilers]siempre tiene
una relación muy estrecha con la muerte, lo que se revela y observa en episodios
donde los seres humanos son visualizados en una manifestación muy singular. Una
película colombiana pues que el espectador normal y corriente a lo mejor se
plantee muchas cosas, pero el cinéfilo de turno atestigua que se está ante un
cine muy personal.
Antes
de que el cine se reconciliase con lo denominado mass media, la apreciación y
evaluación de los territorios y en principio de ciertas colectividades sociales;
provenían sobre todo, de la pintura y la literatura. Con la llegada del cine,
ese denominado “imaginario paisajístico” cambió de modo considerable. Gámir
(2012) formula: “Antes, la información sobre ámbitos lejanos era muy limitada,
mientras que ahora es más generalizada y habitual”.
El
mismo autor considera que los espacios “el
vivido y el mediatizado, no constituyen ámbitos separados si bien raramente son
simultáneos en el tiempo. Así una película puede retrotraernos a episodios
vividos en nuestra infancia o juventud. La información procedente tanto del
espacio vivido como del mediatizado se mezcla en nuestra mente con factores
psicológicos, prejuicios, o con nuestra propia memoria, y como resultado
formamos un nuevo espacio parcialmente vivido, parcialmente transmitido”.
“Utama” [“nuestro hogar” en quechua] ganó el reciente
festival de cine de Sundance y no es por nada, pero cuando el habitante de la sala de cine entra en
contacto con los saraguros [una de las familias del pueblo quechua e idioma en
el cual se habla en el filme] y su ilimitado espacio, realmente queda deslumbrado
por el paisaje, que acariciando el refugio de los dioses, se siente ese ritmo
pausado que gobierna las vidas de su gente.
La Ópera Prima de Alejandro Loayza Grisi, es una película
intimista, lenta en el discurrir de los pasos por la vida y decisiones, y que
nos llevan a pensar que es mejor así. Y es que el pasar de los días de Virginio
y Sisa, un anciano matrimonio de pastores quechua, y ese extenso paisaje
inhóspito [con grandes planos generales de Bárbara Álvarez (“La mujer sin cabeza”,
2008)]; nos remite a muchas ideas. Intentemos abordar al menos un par.
La primera sería que a través del anciano Virginio,
por lo general cargado sobriedad y pocas en palabras [si bien le habla a Clever
acerca del cóndor, un animal venerado por su pueblo y cargado de presagios y
mitologías sobre el anuncio de la muerte], debemos mirar a esos seres humanos,
mayores, y habitualmente
ignorados, como a esa casta de hombres con quienes el diálogo debe permitirnos
ser más conscientes de esas coordenadas sobre la vida y compañía [que no
compasión].
La segunda sería recordar el pensamiento de François
Truffaut cuando pensaba que un día no tal lejano, las películas serían el
resultado de la propia interioridad del cineasta. Además, ese cine de
vanguardia [si se quiere ver así] alegaba Brenez en “Cinémas d'avant-garde” (2006) que bien pudo y puede, surgir
un tipo de artista que conservara el espíritu perenne de cierta insurrección.
Excelente película pues que invita a observar y analizar
nuestras propias realidades de la humanidad y en lo personal.Hay revelaciones
valiosas sin lugar a dudas y el cine está ahí para mostrarlo.
“La roya” es la reciente película de Juan Sebastián
Mesa que pasó por FICCI 61, en la inauguración del certamen cinematográfico de
Cartagena de Indias. La historia es bien sencilla: Jorge vive en una finca cafetera
en medio de un selvático lugar alejado de la ciudad. Él es el único joven que
ha decidido quedarse en el campo y recolectar café [y que nadie quiere
recolectar, afectada además, por una fuerte plaga].
Cuando en el último tercio del filme, el perosnaje
Jorge confronta de nuevo la ciudad, es cuando surgen las reflexiones entre el
hombre, el campo y la ciudad. Digamos en un principio que la película codifica
la posición social y personal [generada por el contraste ciudad-campo]. Con
estas señas, Mesa construye una película que se detiene a no perder de vista que
es lo que realmente satisface el alma del individuo. Y más allá de una puesta
en escena [sin angulaciones extremas y largos travellings] y especialmente en
la primera hora del largometraje, el cineasta de pronto, en la identidad
genérica del drama, nos invita a que la observación y el diario sentimiento más
verista y sin estallidos románticos; nos permite que celebremos la maleabilidad
expresiva del medio que se habita.
A lo mejor la película evoca una emoción donde lo que
una vez fue, ahora es huella muerta en paisajes urbanos que conocieron los años
de primavera y ahora, hacen volver las miradas a mi pasado más reciente. La
historia de Jorge es la radiografía pues y un ejercicio de expiación de géneros,
y sin ser llevados al límite de las disposiciones clásicas [y convencionales]. Asimismo,
reflejan a un cineasta muy cómodo en ese encuentro entre el campo y la ciudad, siempre
con una cámara que sabe determinar el movimiento psicológico de sus personajes
en cada secuencia observada.
El cine nunca ha estado ajeno a este tipo de
historias. Viene a mi memoria, el director estadounidense John Ford, quien
adaptó al cine la novela del escritor John Steinbeck, “Las uvas de la ira”, en
1940. El libro se publicó el mismo año de la producción de la película. Dicha premura
solo puede ser entendida si cavilamos en Hollywood y en sus grandes y poderosos
estudios sin lugar a dudas.
Si para nosotros el cineasta JohnFord intentara
desprenderse de una supuesta conciencia de clase con sus declaraciones, es
imposible contemplar “Las uvas de la ira” y no centrarnos y emocionarnos en esa
evolución que sufre la familia Joad y demás seres humanos en similares escenarios
[desde la discrepancia y decepción, hasta ese desencanto y lucha, acabando por
la toma de conciencia]. La que toma Jorge en ese mismo camino metafísico, si se
quiere ver así.
Sin necesidad de recurrir a complicados artificios, el
cineasta Mesa se sale con la suya: al mismo tiempo que sentimos la soledad; nuestro
personaje no experimenta una desconexión con lo propio, con lo que siempre ha pensado
como suyo y tratado como tal. A modo de conclusión “La roya” es la metáfora de
la tierra prometida, y un joven que logra entender la fuerza de su interior, y que
todos poseemos en ese pedazo de una alma formidable. En definitiva, percatamos
de que un hombre no sirve para nada sin esa toma de conciencia que adquiere a
fuerza de observar la realidad verdadera y proseguir su camino