domingo, 26 de enero de 2020

Photograph



La película “The Lunchbox”, permitió el debut del indio Ritesh Batra en 2013, una experiencia según la crítica internacional agradable visual y emocionalmente. En esta oportunidad nos revela su reciente idea plasmada en el filme “Fotografía”, para “hablar” del amor —posible o imposible— según se vaya observando la historia.


Estamos pues ante una película que narra las dificultades de los estratos sociales en la India —como algo más que irresoluto—, trascendiendo hasta las ideas y afrentas de la pobreza y la condición del ser humano; para ello Rafi (a quien su abuela desea que se case pronto) y la chica Miloni —de otro nivel social— se “pasean por las calles del destino” donde sin lo paradójico de la vida, estatismo visual y contextos caricaturescos, se alejan, pero también se aproximan al vaivén de una fotografía.

Vale la pena rescatar el personaje de la terca abuela de Rafi, quien resulta ser un viable catalizador sobre la vida amorosa de su nieto, conservando ese don cinematográfico del relato para “unir” el viaje en apariencia sin rumbo definido de su nieto y la premeditada búsqueda de una figurada escisión entre la realidad y el sujeto protagonista.

Con manejos de la elipsis a veces sin permiso visual, estamos pues ante un buen filme cargado de muchas sensaciones, uno quizá sea la propia timidez del personaje principal masculino que por momentos exaspera, sin olvidar el sentimiento de tristeza en algunos momentos del filme. Pero es que la vida es así.

Gonzalo Restrepo Sánchez

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LOCO POR VOS



De lo exhibido a comienzos de año, llega a las pantallas lo mejorcito de nuestro cine colombiano por estas épocas, exceptuando eso sí los documentales (como “La fortaleza”, por ejemplo). De manera que “Locos por voz”, dirigida por Felipe Martínez muestra en clave de comedia light los encuentros y pequeños desencuentros de una pareja de chicos (caraterizados por Laura Londoño y Roberto Urbina) decididos aportar por la unión entre ambos.



Y es que aportando al pensamiento conservador de algunas familias paisas, en el cine, el amor nunca ha necesitado del brillo y melodrama para sentar ciertas reglas no del todo enteramente ciertas. Al contrario, parece que los propios escenarios familiares ya sujetan un núcleo de pathos que, protegido por “hábitos y hábitos” —y perdón por el eufemismo, pero es que estamos hablando de una comedia—, toca supurar cualquier momento.

Ante la ausencia en el filme de banalidad de personajes grotescos, escenarios sombríos y el paso habitual y ajedrezado del tiempo, “Locos por voz” es la mejor diplomacia de auténticos instantes de sublimación al amor y algo muy importante, sin derrumbe emocional. Bien pues por este filme que sin ser nada del otro mundo, parece aplicar los conceptos de este tipo de cine: retrato tan cariñoso como el del hombre paisa que aun quiere acompañar, pasito a pasito y de la mano, a su hija ya grandecita… ¡Bueno! También hay que entender que los hijos son los hijos.

Gonzalo Restrepo Sánchez


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domingo, 19 de enero de 2020

Quien a hierro mata


Un excelente thriller español que con el crédito de Luis Tosar y sin mucho preámbulo es signo de garantía —un actor que mueve el torniquete sin lugar a dudas— y que en esta oportunidad hace de Mario, todo un hombre en apariencia ejemplar. De todas formas, ya el título del filme parece anunciar de qué va el asunto en su parte ideológica.


En el primer tercio del filme se dan todos los elementos de lo que podrá acontecer ya que el espectador tiene tantos interrogantes que le hacen fijar la atención en cada fotograma. Y es que el filme plantea sin reparo alguno que la indulgencia, la venganza y hasta el perdonarse a sí mismo, son las decisiones emocionales a reflexionar. 

El lienzo del relato empieza con la llegada a un lugar geriátrico de Antonio Padín, un valeroso capo del narcotráfico venido a menos por la vejez y un mal degenerativo. En este contexto dos intrigas secundarias y tres universos para su descripción: la tranquilidad del geriátrico, la agitación entre bandas de narcotraficantes y al asunto meramente ético (si nos referimos a Mario).

Buen filme pues que plantea con toda claridad su título, y es que si bien no hay que desearle la muerte a nadie, el que a hierro mata, a hierro muere. Es pues este el tratamiento de una venganza y una intriga que en el logro de ello, amerita a su cineasta Paco Plaza la excelencia en su puesta en escena.

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Gonzalo Restrepo Sánchez



sábado, 18 de enero de 2020

Jojo Rabbit



El cineasta Taika Waititi creemos —de pronto— intenta homenajear a Chaplin y Mel Brooks (ambos llevaron a la pantalla a un Hitler un tanto pendenciero) en una traslación moderna y debatir algunas razones para nada políticamente correctas de Hitler. Pero no, estrictamente deja de manifiesto lo absurdo de un pasado cargado de intransigencia, castigo, radicalismo y la cultura del odio y rencor hacia el otro.


Un agradable filme que arranca con la canción de los Beatles,  “I Want to Hold Your Hand” y Jojo "Rabbit" Betzler (Roman Griffin Davis), un solitario niño alemán perteneciente a las Juventudes Hitlerianas que muy pronto descubrirá y enfrentará sus verdaderos miedos (aunque no tantos a la larga). Y de eso va el filme en una primera lectura: las turbaciones de un niño que descubre un mundo cargado de verdaderos aprehensiones, y, que pronto enfrentará.

Además la película es una fábula —para nada hitleriana aunque veamos al Führer en la pantalla, pero que está solo en la mente del niño—; que no pretende glorificar al nacismo. Es simplemente que, a la postre se puede prescindir del mal y para ello el niño (la película es contada desde el punto de vista de él) revela para confrontar lo anterior, que su casa tiene un escondite en donde está reclusa una chica judía. A partir de aquí, todo lo que le han dicho —aunque le resulte arduo superar una ofuscación— va a ponerlos a prueba con esta verdadera amiga invisible y, sobre todo, buscar su verdadera identidad.

Enfatizar para terminar un papel menor en la vida de Scarlett Johansson, ya que no logra sacarlo de lo anodino que aparece en la mente del espectador. Una comedia o sátira pues que no revela en el espectador risa alguna, pero sí una reflexión sobre la imaginación infantil, póngalo en la época que quiera.

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Gonzalo Restrepo Sánchez



miércoles, 15 de enero de 2020

Bombshell



Con esto del acoso sexual por personajes de la iglesia católica, productores de Hollywood y de empresas de todo tipo, pues viene a la cartelera no solo este tema de palpitante actualidad, sino de la caída de los imperios mediáticos más poderosos y controvertidos de las últimas décadas, como lo fue Fox News.


La actriz Charlize Theron, Nicole Kidman y John Lithgow interpretan, respectivamente, a Megyn Kelly, Gretchen Carlson y Roger Ailes en la película de Jay Roach (“The Campaign”, “Trumbo”  y  “All the Way”). Un reparto excepcional para señalar sin preámbulos semblantes políticos, periodísticos y humanos de ese universo llamado mass media y sus amigos  y no tanto. Se debe aclarar en este contexto, que el filme, tampoco analiza con rigurosidad el periodismo. Al menos ese periodismo que muchos desean ejercer y observar.

Un excelente guion y una narrativa que cogidos de la mano para agitar acontecimientos y hechos reales (política, juegos de azar, influencia sexual, etc.) y usarlos para impulsar la narrativa hacia adelante, favorecen un filme que más allá del bien y del mal pone el dedo en la llaga en los problemas  de la televisión e imágenes corporativas que no son enteramente ciertas.

La sinceridad sobre el alto precio a pagar para estar en el confort de la fama y de los medios televisivos y de lo sucio en ello —Colombia no se escapa de ello—, lo encarna muy bien el actor John Lithgow: repugnante y devastador como muchos otros conocidos —por sus actos los conoceréis—, para formar parte de esos secretos no tan secretos.

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Gonzalo Restrepo Sánchez

Le Mans '66



A ritmo vertiginoso arranca este filme ubicando la historia desde 1959. A partir de ahí, un drama deportivo pero muy épico donde sus protagonistas tras el volante —Christian Bale y Matt Damon interpretan a las leyendas de las carreras de 1960, Ken Miles y Carroll Shelby— intentan ganar y elevar a noticia mundial lo que en ese tiempo era el mundo de las marcas de carros.



En esta propuesta con afanosas bases emocionantes e históricas, el cosmos de las carreras internacionales en la década de los sesenta, era casi que imposible tocar a Ferrari —fabricante de los automóviles más rápidos—. Hay que aclarar según lo observado que durante una recesión de la empresa de automóviles, Henry Ford II y Lee Iacocca, jugaron un roll significativo en la presentación del Mustang y Ford Pinto: autos de carreras que lograran desplazar a los italianos.


Así que en esta lucha se debate la ideología del filme. Un cineasta como Mangold que además se recrea en la ilustración corporativa de Ferrari y Ford, diligente a la disposición, el prestigio y la clase de su producto. Pero ante todo, ganar las 24 Horas de Le Mans.

De manera pues una historia sin sorpresas y con un montaje genial (para “Oscar”) que nos lleva a los esfuerzos del ser humano y un auto que corra mucho más allá de lo impensable, aunque no olvidemos que todo se podrá gracias a las manos del hombre. A modo de colofón podemos pensar que los desafíos entre el hombre, su fiereza e inteligencia son y serán la lucha nada apacible y cargada de lo orgulloso que es el ser humano: soñar para cambiar el mundo.

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Gonzalo Restrepo Sánchez

lunes, 13 de enero de 2020

1917


No se sorprenda si este filme gana —además de lo ya logrado— con el “Oscar” a mejor filme 2020. He considerado y no es sorpresa, que desde el punto de vista cinematográfico, su director Sam Mendes (“American Beauty”) ha sido más disruptivo que sus colegas con quienes compite a mejor filme por la Academia.


La toma con que se inicia el film: con una apacible calma y en un travelling out descubrimos al soldado Blake (Dean-Charles Chapman) y el compañero Schofield (George MacKay) durmiendo, son despertados y seguidos por la cámara, sin ser interrumpida la toma en un trazo perfecto hasta los momentos más apremiantes de la historia para llegar a la “tierra de nadie”. Sin evocación alguna a filme del género bélico parecido, esta historia de dos hermanos a la larga y una guerra jamás olvidada, es una obra maestra de un cineasta preocupado por una narrativa simple del plano secuencia y se luce con creces.

Dos hombres con disímiles motivos (Schofield, un tipo imperturbable y de pocas palabras y el soldado Blake, más frágil y sin experiencia) son los héroes a recorrer trincheras abandonadas, campos atestados de cadáveres y ciudades derruidas por los bombardeos. Todo para ser testigo y, podría ser otra lectura, cómo se van estrechando unos lazos de amistad que permiten que la implicación de Schofield en la causa, sea cada vez mayor.

Pero una idea dramática que afronta con validez el espectador es  el miedo y la incertidumbre sobre lo que les puede pasar. De manera que sobre los hombros de los dos soldados —y después sobre el soldado Schofield en la segunda mitad del filme— insiste el peso vibrante del entorno, advirtiendo el espectador que no existe y no vale la pena ostentación heroica alguna y además, de toda aprehensión y desconcierto a la vez, propios cuando uno se enfrenta a la muerte y en contextos límites.


La segunda parte es toda una constelación de dos aspectos muy importantes. Por un lado,  el buen uso de guion y las situaciones esperadas que llegan al pathos y valoran los esfuerzos del ser humano, en un buen quehacer cinematográfico. El segundo semblante, es cámara maestra de Roger Deakins —ya experimentada en algunos planos secuencia de algunos filmes del mexicano González Iñárritu—, que moldea en todo su magnificencia, esas escenas de contrariedad en los que se mueven los protagonistas, siguiéndoles sin sosiego y con alguna prórroga en travellings de perfecto encuadre, y en un pulcro emplazamiento y movimientos de cámara, que logran que una parte tan fundamental como el ritmo no decaiga en ningún segundo (claro que el montaje tiene mucho que ver en esto y ni hablar de la banda sonora de Thomas Newman).

Obra maestra pues este filme que estamos recomendando y que revela la madurez de un cineasta como Sam Mendes, quien con buen viento y buena mar, deja su firma en la constelación de grandes cineastas del planeta.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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