miércoles, 13 de marzo de 2019

FICCI 59: “MONOS”




Si bien no hubo premios India Catalina este año en las diferentes secciones del festival de cine de Cartagena de Indias, el público se recreó con una gran cantidad de cine colombiano en sus expresiones de documental y ficción. Lo que sí está claro es que algunos cineastas les van mejor en el documental que en el de ficción.

Sin ser el caso específico, un botón de muestra es el filme “Monos” de Alejandro Landes (“Porfirio”). Sin apostar por el bien o el mal, la historia en clave de thriller plantea (a través de unos niños soldados, sus rehenes y sus fuerzas) dejar a consideración del espectador unos personajes como víctimas y, otros como villanos. Asimismo la historia deja un claro eco sobre las sociedades secretas.



Y desde este punto de vista, el filme de Landes señala con cámara firme lo que esto representa en casi todos los órdenes de la sociedad y la vida del ser humano. La colectividades secretas para algunos investigadores nacen de la necesidad que tenían brujos, magos y hechiceros prehistóricos de proteger en secreto sus prácticas y sus rituales,  al mismo tiempo que los compartían con sus alumnos o sucesores.

“Männerbunde es el término germano que se utiliza para referirse a cierto tipo de organización secreta, una especie de hermandad compuesta tan solo de hombres (guerreros y cazadores) que ha existido desde los orígenes de la humanidad y que se mantuvo viva, con ligeras variantes, hasta la época del nazismo”. Muchas novelas hacen eco a esta temática (“El círculo mágico”, Matilde Asensi en “El último Catón”, Umberto Eco en “El péndulo de Foucault”) y el cine por supuesto no se queda atrás.

De manera que “Monos” abarca todo el contexto de esas sociedades secretas. Hay una necesidad en este tipo de búsqueda por dar imagen a todo, sin que esto implique un acecho a lo desconocido. Los principios que motivan esta línea, es pues la pretensión de, a través de filmar ese cosmos, luchas sin sentido que solo pueden acarrear una mayor destrucción.

Además de señalar, catalogar un paisaje o un rostro en la cámara (cualquiera de los observados en el filme), es sin lugar a dudas, dotarlos de laberintos. Aquello nunca filmado, si se revela con ingenio, es capaz de amplificar los límites de lo que deliberamos visible y audible, sin dar un paso fuera de nosotros, sin abandonarnos. 

Landes aspira a ser ecuánime, sin ser pomposo y ligero, como si no pretendiera perturbar la realidad con su cámara. No es pues una muestra de un cine violento, pero sí a su vez, mucho más perspicaz para captar los detalles de las relaciones humanas que, aunque apenas acontecen entre un grupo de personas muy jóvenes, de pronto ilustran las experiencias diferenciadas y los matices que patentizan el crisol de formas que tienen las personas de vivir sus realidades.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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viernes, 1 de marzo de 2019

The wife


Una historia para el lucimiento actoral. Y sin tener que abordar mucho sobre su trama, bien vale la pena recrear una escena flash back en que Joan Castleman (Glenn Close) —sueña con convertirse en escritora— visita a una de sus más admiradas novelistas, quien le sugiere que recoja su talento para sí misma.


La anterior secuencia situada (en los años sesentas) es tan instructiva como esencial para poder concebir el presente de una Joan mayor, que ha dedicado toda su vida a su marido Joe, un escritor a punto de recibir el Nobel de Literatura.

Y esto es todo, un presente y un pasado cargado más de cuitas que de otra cosa por parte de una mujer, cuyo talento se quedó en el devenir de una vida casi que anodina y un marido egocéntrico. Filme pues que sin saltos en el drama, no es que tenga muchos encantos, salvo eso sí: los actores que caracterizan a sus personajes.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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domingo, 17 de febrero de 2019

The mule de Clint Eastwood



Eastwood (con 88 años de edad) se dirige a sí mismo por sexta ocasión en este filme que, retrata la vida real de un señor de 87 años llamado Leo Sharp y que es a la larga, un texto social, político y emocional si se quiere, de un tema con un buen debate sobre una vida que nunca regala nada. De pronto una tragicomedia que la pone entre las mejores de sus películas últimamente rodadas.


Y es que para los tiempos que le queda a este señor Sharp, el asunto moral sobre su condición de mula en el mundo de las drogas, el personaje muestra la sabiduría de un hombre sobre su identidad y el valor social que lo acompaña y contextualiza su posición a través de una serie de escenas. Es tan campechano y magnánimo con los extraños y cerrado y apesadumbrado con su familia.

La mula” es una película que topa su tratamiento en la franqueza y encantadora ingenuidad de su idea. Hay muy poco o nada de sensibilidad ni halo de fatalidad en las ambientes que rodean a las normas del protagonista como mula, ya que, por el contrario, se opta por rendir tributo a esas clases de figuras simpáticas caradura al margen de la ley.

Filme para no hablar mucho sobre él, pues se incurriría en muchos spoilers. De todas formas, al final de la proyección, una sensación de pena sobre un hombre solitario. No solitario como Thoreau, por ejemplo, que se exiliaba en sí mismo para descubrir quién era; ni solitario como Jonás, que rogaba por su salvación en el vientre de la ballena. Soledad como forma de retirada, para no tener que enfrentarse a sí mismo, para que nadie más lo descubriera (texto citado del libro “La invención de la soledad”).

Gonzalo Restrepo Sánchez

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martes, 5 de febrero de 2019

Glass


M. Night Shyamalan es uno de mis favoritos cineastas hindúes desde que observé su primer filme en la pantalla. Respecto a “Glass”, cabe precisar que el cineasta tardó nueve años en materializar su visión sobre los superhéroes de cómic.

Desde El sexto sentido (1999), una de las películas de terror más aplaudidas de su filmografía, podemos señalar que es un cineasta dotado de una sensibilidad muy especial con unas señas de identidad bien marcadas y a veces no ha salido bien librado de la crítica.


A través de tres personajes, el guion de Shyamalan nos los muestra encerrados en un hospital psiquiátrico, en el que una doctora (una sublime Sarah Paulson) trata de persuadir de que esas facultades fenomenales que creen tener, son producto de la imaginación, ya que están afectados por una patología denominada “síndrome del superhéroe”.
Y esta es la lectura del filme. A través de héroes que nos vamos formando ante tanto semidiós observado y leído en nuestra vidas, resultamos siendo en mayor o menor grado, uno de ellos (en este sentido el cineasta transfiere la idea de servir el bien o el mal).
De manera pues que con un ritmo pausado, clímax extendido y narración en primera persona, el cineasta ofrece sin mucho aspaviento un buen filme donde da prelación a la psicología de sus personajes y los motivos que les llevan a proceder de la manera en que lo hacen.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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The Favourite



Tras darse a conocer recientemente la lista de películas nominadas en las diferentes categorías para los premios de la Academia, en el apartado de mejor filme, “La favorita” es una de las fuertes candidatas. Una historia quizá de tres lecturas que intentaremos abordar.


Desde el punto de vista político, a comienzos del siglo XVIII, una mujer se hace con el control de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Ana de Estuardo, la primera de las reinas de Gran Bretaña, y que sus decisiones en lo político estuvieron al vaivén de medidas que dividieron a sus más cercanos colaboradores y especialmente con el asunto de Marlborough, según el filme.
El otro aspecto se relaciona con dos mujeres absorbentes y aspirantes a favoritas de Ana, a quienes amó y fueron sus asesoras y que, resulta ser una metáfora sobre lo políticamente correcto en épocas donde las estrategias tras conflictos legislativos resultaban o no. Algo favorable en la época fue la posibilidad de unir Inglaterra con Escocia.
Con base en lo anterior, la película plantea así mismo, una subversión (un viaje embriagador a la esencia y misterio de la atracción)  en el amor entre  amantes aristócratas, que con picardía y pasión burguesa, los protocolos quedan apeados. En este sentido, me quedo con una lectura más allá de lo simplemente observado: lujo, seducción, erotismo y venganzas están a la orden del día.
De todas formas, el filme y a lo largo de ocho capítulos en los que está divido el metraje, presenta un retrato feminista de una monarquía enferma como la reina Ana de Estuardo (donde la actriz Olivia Colman  brilla en su roll interpretativo). La tercera lectura, bien podrá significar un valor de la manipulación. En este sentido no hay que ir muy lejos y se puede observar en la cinta “Vice” también nominada este año para los “Oscars”.
En ambos filmes traídos a colación hoy, transmiten siempre una imagen sobre el hombre y sobre el mundo, donde la manipulación —en la película a través de  Lady Sarah (Rachel Weisz) y Abigail (Emma Stone) — busca ejercer un dominio sobre el otro y lo otro, para asignar algunas discreciones de acción (o de pensamiento), donde los argumentos persuaden sin convencer (vea el filme), para lograr propósitos particulares.
La característica dramaturgia del griego Lanthimos, el director de la cinta, es cierta teatralidad en la reflexión (un acierto de la cinta). Además, si el uso adecuado de la lente es una herramienta dramática muy importante a favor del cineasta, Lanthimos utiliza recursos visuales como el gran angular (y el ojo de pez). Los resultados son extraordinarios y en silencio. La música minimalista es otro soporte importante en su manera de querer contactar con el espectador.
Película británica pues interesante y que ampliamente recomendada, podría ser la ganadora en la noche los premios “Oscar” de la Academia de Hollywood.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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sábado, 12 de enero de 2019

Mortal Engines


Ambientada en un universo distópico, el filme recrea una vez más todos los síntomas de un planeta destruido. Y es Londres como una ciudad depredadora, la encargada de llevarse todo lo que encuentre por delante, siendo manejada por los malos del paseo.


La película, basada en la primera entrega de la serie de cuatro novelas de Philip Reeve, no escatima imaginación para tener atento al espectador. En este sentido, la historia plantea desde el comienzo, cómo Hester (Hera Hilmar), la encubierta y desesperada chica  apuñala a un hombre sin aviso alguno casi tan pronto como nos tropezamos con ella y se convierte en el hilo conductor de una trama.

Hilo conductor porque es ella la que tiene “la llave” para solucionar todo a favor de los buenos, quienes pretenden subsistir fuera de las estructuras de la ciudad de Londres. En este sentido, hay una auténtica emoción de desesperación e incluso, una lucha por destruir la máquina de Londres.

Película (que con toda seguridad recuperará su inversión) entretenida que cumple simplemente los requisitos para pasar una buena tarde en una sala de cine y luego salir a tomar un helado.

Gonzalo Restrepo Sánchez

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BIRD BOX



Tomando como punto de partida universos distópicos —sociedades ficticias muy presentes en la literatura y el cine (catalogadas como ciencia-ficción), que muestran un futuro desalentador y apocalíptico—, el reciente filme de Bullock es un melodrama que cumple las expectativas de suspenso y que con una banda sonora ajustada al ritmo y tono, el espectador no sale defraudado, como muchas otras críticas lo formulan.


Basada en el libro bestseller de Josh Malerman, en esta oportunidad no vemos monstruos (aunque están ahí).  Esto no es bueno ni es malo, es aspecto de la trama, donde la directora Susanne Bier, a partir del guion de Eric Heisserer (“Arrival”) y recordada por  el Oscar en “In a Better World”, retrata el poder del caos y supervivencia con gran verosimilitud.

Evocando a cintas como a “Quiet Place” y con un equilibrio visual entre la trama y la pantalla, la película con una narración clásica del género (puesta en escena y sonido), mantiene el interés a lo largo de la proyección y Bullock saca adelante a su personaje por su empatía con él.

“Bird Box” esboza una condición según la cual, al menor interés por observar lo que acecha, podría resultar en una destrucción. Y mientras nos llena en un estado intacto de perplejidad sobre cómo y cuándo la mirada será rea de la muerte, los protagonistas se ajustan a reglas de supervivencia.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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