martes, 13 de noviembre de 2018

The Girl in the Spider's Web



Dirigida por el uruguayo Fede Álvarez y basada en la novela “Lo que no te mata te hace más fuerte” de David Lagercrantz, una continuación literaria de la saga 'Millennium' creada originalmente por Stieg Larsson, es un aceptable thriller donde no se puede dejar de estar atento a la historia, sino se pierde.


Con cierto tono a los filmes de David Fincher, el filme donde la joven hacker Lisbeth Salander y el periodista Mikael Blomkvist se hallan atrapados en una red de espías, ella carece de la profundidad psicológica que en su día la diferenció de cualquier otro tipo de agente secreto. Película pues del realizador uruguayo que  se atañe en forma y figura al ritmo de una vida nada cansada, frágil y con todos los sobresaltos de los dos personajes, que para nada rehúyen al ajetreo de una fría urbe y abarcan el consabido argumento del “zeitgeist” europeo.
Reitero y respecto al personaje femenino (que ocupa todo el interés del filme) y sin ser un rostro de cámara y dotado de laberintos, es posible alegar un vez más, que el ser humano no es solo lo que parece; asume un valor (y para este caso) algo perspicaz y transformador. Aunque si bien con un cúmulo de intenciones y una corriente salvaje, tiene una diferencia de grado con el cine  que le precede y para nada: neutral, solemne y ligera, como si no pretendiera perturbar la realidad con su presencia. ¡Uf!
Gonzalo Restrepo Sánchez
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Hunter Killer



De pronto se recupera un poco ese viejo género de los submarinos con este interesante thriller político, que aunque tiene su escritura para ser un trabajo bien comercial, no deja de tener en vilo a los espectadores, para quienes a la larga se dirigen los filmes, no para los críticos.


En otro orden de ideas, y para los tiempos que vivimos con un Trump y una Rusia tan lejos, pero tan cerca, la perspectiva desde la que está trazada esta ideología fílmica  (sin el miedo y sin la pesquisa de concienciación), el cineasta Marsh ondea su cine y su mensaje sin el descrédito absoluto, y sin el ultraje hacia todos aquellos que de una forma u otra apoyan (o no) al presidente de los Estados Unidos.
La película y sin que pierda su provocadora idea inicial, y admitiendo un espacio para la deliberación en un cierre irreversible, estás imágenes otorgan una turbadora dosis de intriga que se convierte en el esqueleto por el cual se sostiene tanto la trama militar, como el seguimiento del caso político del secuestro del presidente ruso.
A esto hay que agregar el atractivo manejo de los tiempos dramáticos por parte del director del filme, lo que termina ordenando una narración que “navega” plácidamente tanto por el espacio en dos potencias mundiales y la psicología del poder en el cine, como por el ulterior aplauso público, asimilando el mensaje final para estos tiempos donde parece no pasar nada.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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viernes, 9 de noviembre de 2018

Overlord


Esta extraña creación de género, y, si bien el cine fantástico está atravesando en los últimos años, uno de sus mejores momentos, la película permite observar que lo que hace diferente esta propuesta de otras, son los análogos planteamientos de atmósfera de una acción trepidante, donde el surrealismo y lo alucinado, generan una apuesta audiovisual, mucho más contigua al cine experimental, en la que lo sensorial (ya lo explicaré más adelante) predomina siempre por encima de la propia historia.


No sé si es la primera vez en el cine que se realiza un filme donde exista un híbrido entre temas de guerra y de terror (aunque por su puesto la guerra es un acto terrorífico), pero me remito al género como tal.  De todas formas esta propuesta (ya sea de forma bruta o sutil) del director de cine Julius Avery (“Son of a gun”) sale bien librado y un dispositivo importante en esta oportunidad, es el sonido como un elemento más del relato cinematográfico.
Para cualquier espectador desprevenido sobre de qué va el argumento, más de un  susto tendrá, ya que imágenes y sonidos dan al unísono mucha aprehensión y es un elemento clave para el filme en una guerra antes del día D. En otro orden de ideas la cinta (y sin ironía) va de ese Prometeo que, ya en tantas películas sobre el doctor Frankenstein, nos ha ilustrado, aunque “Overlord” narra en parte los horrores del mundo real de los experimentos del Holocausto en la Segunda Guerra Mundial de Josef Mengele a un extremo más aterrador.
Ahora: una disposición que ha superado el umbral de este nuevo siglo y que se ha convertido en una constante: es el extenso catálogo cinematográfico que ajusta pautas y formas ya creadas, un concepto  que (de pronto) nos permite puntualizar a Nuevos Directores (a diferencia del cine colombiano). Y es que sin exagerar y haciendo un examen del filme en cuestión, los rasgos constantes característicos de un autor (o un cine determinado), son señal indiscutible de la singularidad de las propuestas cinematográficas modernas, anexas a corrientes estéticos o ideológicos.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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jueves, 8 de noviembre de 2018

The Ballad of Buster Scruggs


Aunque en un principio se anunciase como una serie, ‘La balada de Buster Scruggs’, primer contacto de Ethan y Joel Coen con Netflix, ha terminado convirtiéndose en una película que pudo verse en pantalla grande en el reciente Festival de Cine de Venecia, donde se llevó el premio a Mejor Guion.


Gonzalo Restrepo Sánchez

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Matar o morir (Peppermint)



Si bien este filme es entretenido y de acción trepidante, es un tema ampliamente llevado al cine. De todas formas, la actriz protagónica no pierde su buen quehacer profesional y brinda al espectador, una mujer capaz y llena de venganza.


Lo que si hay que aprender, es ver un par de deux ex machina que restan categoría al thriller. Hay que estar pendiente con esto, y proviene de la escritura del guion. En este sentido el filme pierde su verosimilitud y ojalá los nuevos guionistas aprendan la lección. De todas formas, la cámara genera tensión, sin que se enreda en juegos de sombra y de profundidad.
De todas formas, el intento del cineasta por sacar adelante el thriller se nota y en segundo lugar un de montaje corto sobre primeros planos de rostros que puntúan las escenas con el suficiente subrayado de la música y la angulación de cámara. Al final ya queda claro que hay nada que salvar a la heroína, sino la trama pierde ante los ojos del espectador.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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martes, 6 de noviembre de 2018

GLOBO DE ORO MEJOR FILME DRAMA: Bohemian Rhapsody



Ante semejante figura de la música en el mundo, como lo fue Freddie Mercury, pienso que el final de la cinta es lo más apropiado para un ser humano a fin de cuentas. Creo que su vida musical es mucho más interesante que su vida privada (llena más de errores que de aciertos, aunque reconozco que no soy quien para terminar avaluando de esta forma).




“Bohemian Rhapsody” es una apoteosis al grupo Queen, de su música y sobre todo de su extraordinario cantante Freddie Mercury, que siendo único, retó estereotipos e hizo polvo alguno de los hábitos en la música para convertirla en uno de los espectáculos más placenteros del mundo en su generación.
Con una extraordinaria actuación de Malek como Mercury, el guion por momentos pudo ser más concreto en la parte dramática (la cámara se concentra menos en lo complejo del personaje sobre su pansexualidad). Pero si hay que justificar este asunto, quizá sea a la admiración del personaje por parte del cineasta y diseñar algún que otro cliché de ese cine más comercial.
“Pansexualidad” es un vocablo (empleado por primera vez en los años setentas) que proviene de la noción de “pansexualismo” utilizado a principios del siglo XX por los críticos de Sigmund Freud para rotular su teoría de cómo la conducta humana proviene en gran medida de lo denominado instintos sexuales. Esto es la atracción romántica o sexual hacia individuos independientemente de su género o sexo, la pansexualidad es una orientación sexual aún apartada en el cine (son escasísimos los ejemplo en el cine sobre este ítem).
De todas formas y a modo de conclusión, la película es a mi parecer buena y construida quizá para quienes no lo vieron y oyeron en su época. La realización, aunque un poco convencional, y sin haber decisiones formales en el relato, la fuerza de la cinta convive en la naturalidad con que se nos hace partícipes de la evolución musical de Mercury, sin mostrarlo en el terreno sexual y por supuesto, en una poderosa interpretación central que resulta por completo categórica.
Gonzalo Restrepo Sánchez 
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lunes, 5 de noviembre de 2018

“Loving Escobar”


Llega a la cartelera local el filme del español Fernando León de Aranoa sobre la vida de Pablo Escobar (basado en el libro de Virginia Vallejo). Esta cinta que pudo ser mucho mejor de lo que realmente es, tiene en su propuesta audiovisual algunos clichés del cine norteamericano, que desmeritan un poco a León de Aranoa, un cineasta más bien independiente y con su impronta particular.


Sin detenerme en la vida del señor Escobar (ampliamente conocida en Colombia), se puede hacer la siguiente lectura en lo estrictamente cinematográfico. Y es que la apuesta del realizador español si bien  consiste en narrar los tradicionales vaivenes de la vida personal  de un narcotraficante, también mezcla los tópicos particulares del drama con el rigor ya veces empuje del thriller.
Prácticamente desde los primeros minutos del filme ya uno sabe lo que va a suceder y revelar una vez más al principal sospecho de haber cometido las más crueles transgresiones acontecidas en Colombia en la época de la vida asesina de Escobar (Javier Bardem). De todas  formas, sin paradoja alguna presentada por el relato (ama a sus seres cercanos, al pobre, pero odia y genera reales y malas intenciones), no hace más que ser una persona imprevisible para su entorno familiar y social.
Sin el desafío amoroso entre dos seres tan distantes para Escobar como Virginia Vallejo y María Victoria (buen trabajo de la colombiana Julieth Restrepo), ello ofrece el punto de partida en la construcción de una trama que irá mostrando más la personalidad del insondable narcotraficante. La preocupación sincera de los protagonistas femeninos y la prepotencia jactanciosa de Escobar caminan de la mano con el fin de subrayar la inestabilidad e incoherencia del hombre cuando todos “van remando el viento”.
Considero que, sin ser atractivo el manejo de los tiempos dramáticos por parte del director, termina disponiendo de una narración que bordea a su gusto (vaya usted a saber si impuesta) el espacio íntimo de los personajes principales y la posterior (y escasa) condena pública, difícil de cotejar para Escobar, por su carácter violento y directo.
A su vez, la película expone las miserias de un hombre y sus secuaces que, tras una máscara de presumida familiaridad y buenos modales, oculta las execrables bajezas, lo que se percibe en muchas de las escenas en las cuales Escobar no se muestra en sociedad.
Sin desconocer la versatilidad en el registro actoral de Penélope Cruz (que además de actriz, es esposa de Bardem), puede rastrearse en el rostro de Bardem (y en lo que su mirada inspira), una buena exploración de los conflictos internos del personaje.
De todas maneras, el director erige un relato que si bien avanza a paso firme desde el punto de vista de inadvertidas revelaciones de Escobar (de pronto al final puede descubrirse el amor por sus hijos), a fin de cuentas, no es dependiente de la presencia escénica de ninguno de los modelos actanciales.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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