domingo, 9 de febrero de 2020

Uncut Gems


La película arranca en la mina de Welo, en Etiopía en 2010 dando la sensación de todo menos de un thriller. En este prólogo breve vemos como se extrae un pedazo de roca de una mina, y muchas gemas alojadas en él, pero aun así, no nos permite ir adquiriendo un sentido de lo observado y ese instinto cinéfilo de que estamos ante un excelente filme.


De ahí saltamos a Nueva York en 2019 para observar a Howard Ratner (Adam Sandler). Dicho sea de paso un Adam Sandler cuyas fortalezas interpretativas nos remite de algún modo a “Punch-Drunk Love”. Así que estamos ante un personaje que es aceptado o rechazado por la audiencia, con base en sus intenciones, fines y modo de ser.

Y es aquí cuando parte todo ese cosmos de los hermanos y directores de cine Joshua y Benny Safdie (“Good Time”): una frecuencia áspera e impulsada por los riesgos de (¿cualquier ser humano?). Estamos pues ante un suceso de imágenes que armoniza retratos de un thriller psicológico, sombrío, con súbitos estallidos de drama frenético de un judío —y no se está exagerando—. ¿Qué diría Woody Allen?

Si del caos nació el destino, Howard prospera en el caos, como deja claro el primer tercio del filme —con la cámara del director de fotografía Darius Khondji en torno a la figura y compostura del personaje—. Con una apreciable banda sonora de percusión (Daniel Lopatin), enoja en sentido cinematográfico, la invariable resonancia de la acción por momentos trepidante. Si todo esto es lo que podemos observar como espectadores, pues a poner a prueba sus límites de resistencia.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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