viernes, 28 de febrero de 2020

The Invisible Man (2020)



“El hombre invisible” es una novela de ciencia ficción escrita por H.G. Wells. La fábula del escritor fue inicialmente divulgada por capítulos en la revista “Pearson's Magazine” en 1897 y publicada como novela el mismo año. Narra la historia de Kemp, un joven y ambicioso científico que investiga cómo hacer que las cosas y los seres vivos se tornen invisibles.


Si bien esto se observa desde un punto de vista físico, es igualmente, un punto de vista moral. Wells podría haber escrito el mito romántico —del hombre invisible—, convertirlo en una alegoría de nuestra infranqueable soledad o enajenación y hacer de él un rebelde que se opone a una sociedad farsante o vengativa, aunque en realidad el autor nos presenta a un personaje que es todo lo contrario y lo convierte en un hombre tirano e invisible —un hombre fáustico.

Y es que este hombre invisible ha alcanzado, al igual que Drácula o Frankenstein, un lugar en el imaginario del mundo literario y, desde siempre, dando forma terminante a uno de los impulsos que habrían de tener más notoriedad y, en ese semblante, hacerse una terrible —y no es exageración— realidad: el uso instintivo del conocimiento científico y las derivaciones funestas de ponerlo a favor de causas egoístas o ilegítimas.
La película que hoy nos ocupa, está basada pues en la novela por entregas en el año 1897, del escritor H. G. Wells. Así que en esta enésima adaptación audiovisual de la novela del escritor, la cineasta Leigh Whannell realiza un buen guion y una dirección al servicio de la trama, creando una intriga psicológica con tintes de terror.

Otro aspecto a destacar de las dos horas  que dura esta cinta, es el talento de la actriz Elisabeth Moss en el roll de Cecilia Kass y que amplía las cualidades del filme con una actuación excelente. Y es que en su circunstancia de un ser prácticamente enjaulado —prefiero no cometer spoilers—, resuelve con valentía todos sus pormenores personales. Lo paradójico de todo esto es que de un mundo amplio de espacios, por momentos la chica termina encerrada en ellos.

Sin necesidad de monstruos y una excelente música extradiegética, estamos pues ante una cinta que presenta al hombre invisible como un asaltante vehemente y un ser que puede agredir en cualquier momento, creando una alta dosis de miedo y tensión. Hasta sus elipsis visuales —confinadas en una mansión—, la luz —y su ausencia—, provocan en el espectador todas las reacciones habidas y por haber.


Así que nadie mejor que el director de fotografía Stefan Duscio para proporcionar al personaje Cecilia, nada de dudas, doble moralidad y oscuridad; además ningún subconsciente erótico de los momentos entre el hombre invisible y ella, aunque dicho personaje invisible otorgue al espectador cierto de ánimo de paranoia que deje sin respiración.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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