Basada en hechos reales, este filme cumple todos los
requisitos para tener una larga vida en las salas de cine, si bien el guion
está estructurado al mejor estilo de Hollywood. Es una historia que atrapa y
que discurre entre la verdad y todo el avance narrativo del filme, al tiempo
que se explora la idea del fanatismo religioso y lo que esto puede conllevar en
detrimento de la misma humanidad.
Su cineasta Anthony Maras incluso parece querer evidenciar
que la producción de esta película es tomada como una vía de expiación con la
que transmitir sus inquietudes y sus turbaciones a un espectador que sentirá
cómo de un momento a otro todo puede acabar por actos terroristas sin razón
alguna.
Historia pues recomendada y que en esta ocasión
el cineasta apela a una concreción narrativa mucho más definida y alejada de la
abstracción que pudiera tener en un momento dado. Si bien es cierto que Maras
mantiene su apuesta estética con escenas deliberas para representar no sólo la
acción y la reacción, sino también el peso emocional en algunos personajes que
habitan el hotel; tiene su mayor logro en la sincera secuencialidad (cronológica)
de la acción, que seguirá la historia real.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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