Tomado como punto de partida el primer filme rodado en
1963, el filme tiene en un alto porcentaje, la misma estructura. Además (y hay
que ser sincero) el casting en esta oportunidad no desmerita la que le precede
y que todavía después de su estreno hace más de 50 años, aun es evocada por
todas sus virtudes.
De manera que esta comedia resulta divertida y,
apoyada en una dirección de arte perfecta (amén de la animación), tiene
momentos realmente memorables. Cabe anotar, la especial aparición en la cinta de
dos emblemas del cine mundial: Ángela Lansbury y Dick van Dyke en el tercio
final de la cinta.
Respecto al asunto estrictamente cinematográfico, el
cineasta Marshall ha sido casi milimétrico en conservar aspectos que permiten
mantener no un recuerdo sobre su predecesora, sino un sentimiento de afabilidad
y cariño entre los personajes de la historia (aun entre los “malos”). La
historia de la familia Banks, formada por un recto banquero, su esposa y dos
hijos pequeños, que protege en su anárquico hogar a una niñera (quien no
recuerda la canción “A Spoonful of Sugar” de Poppins y los niños en la
habitación) que procede del cielo y con paraguas en mano, para poner orden y quimera
en el gris Londres de 1910.
Película pues recomendadísima y que con la diligencia
y frescura del relato, captura a los niños de 2018 quienes, simplemente alcanzarán
enchufarse con ese universo de fantasía y buenos emociones.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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