La
cineasta saudí Haifaa Al-Mansour narra
con distinción, ritmo y vigor la inflexible voluntad de Mary Shelley (Elle
Fanning, actriz con un futuro brillante) en no sucumbir en su época, a la decisión
de sus deseos más profundos: el de escribir.
De
manera que estamos ante un personaje como Mary Shelley y una historia sobre la famosa
mujer que concibió al doctor Frankenstein y a su “criatura”. Con un paisaje
remoto como las altas tierras de Escocia (aunque el filme de desarrolla en su
casi totalidad en interiores), esta hermosa mujer de 16 años llamada Mary
Godwin, que ambiciona y traza sus vacilaciones sobre todo lo establecido,
plantea a modo de paralelismo entre su vida y la de la “criatura” la necesidad
de un descreimiento y cierta insurrección vocacional en un universo machista.
En
el conservador Londres del siglo XIX, hallando obstáculos para lograr publicar
su primera novela, Frankenstein o el moderno Prometeo (1818), Mary lucha para
que se reconociese su autoría y asimismo su condición de mujer. Y es que
además, todos los personajes en la cinta, son culpables de sus propias
necesidades y deseos: el alcoholizado esposo de Mary, Shelley, su apesadumbrada
hermana, el triste doctor Polidori (quien realmente escribió “El vampiro”) y el
canalla lord Byron.
La
distinción de la fotografía de David Ungaro y la partitura musical de Amelia
Warner, insinuante y próxima al personaje, favorecen a que Mary Shelley logre
una personal atmósfera, y marca cierta diferencia de otros biopics. Y es que la
directora ha tenido la inteligencia que ese mensaje de libertad y lucha de la
mujer contra las leyes establecidas y las ideas retrógradas de una sociedad
machista, sirvan para dos cosas. Su tortuoso proceso creativo de Frankenstein y
que la mujer merece tener su posición en la sociedad.
Gonzalo
Restrepo Sánchez
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