martes, 9 de octubre de 2018

Cine colombiano: “El reality”



Aparte de promocionar al artista y cantante Alejandro González y sus recientes canciones (única y verdadera intención del filme), la verdad es que no me voy a entretener en analizarlo, sino dar una serie de reflexiones en torno al tema del reality no solo en Colombia, sino en el mundo.


Si intentamos buscar cuales son las razones del éxito del programa de televisión “Yo me llamo”, tenemos que analizar primero la importancia de la música en la sociedad. La música siempre ha acompañado al hombre, es uno de los rituales más antiguos de la especie humana que refleja y expresa nuestras emociones, pasiones y sentimientos (Glowacka Pitet, 2004).
Sería una elucubración saber muy bien cómo y porqué el hombre comenzó a hacer música, pero lo que sí está claro, es que la música es una guía para percibir el mundo, además, un poderoso instrumento de conocimiento. Como señala Jaime Hormigos: “Es el lenguaje que está más allá del lenguaje ya que tradicionalmente ha ido ligado a la necesidad del hombre de comunicar sentimientos y vivencias que no se pueden expresar por medio del lenguaje común. Su poder comunicativo radica en que puede hablarnos de todo sin decir nada, ya que no es preciso que sea portadora de palabras o que éstas sean inteligibles para que haga referencia a un mundo infinito de significados que pueden variar con cada nueva interpretación”.
Y esta es la razón del éxito de “Yo me llamo”, donde cada ser humano tiene su propio cantante y alguna canción que forma parte de la banda sonora de su vida. Por eso la gente observa el show televisivo, y, seguramente verá el filme de Rodrigo Triana (que tiene un cameo en la cinta).
Todo el mundo canta, y es que usted ve en el show mediático gente de todo tipo y estrato social, asistiendo a una audición, pensando además que pasará la prueba, aun cuando quienes lo observan, con toda seguridad piensan que va a hacer el ridículo. De todas formas, otra conclusión sería que “la música construye nuestro sentido de la identidad mediante las experiencias directas que ofrece del cuerpo, el tiempo y la sociabilidad, experiencias que nos permiten situarnos en relatos culturales imaginativos” (Frith, 2003).
“La música constituye un hecho social innegable, presenta mil engranajes de carácter social, se inserta profundamente en la colectividad humana, recibe múltiples estímulos ambientales y crea, a su vez, nuevas relaciones entre los hombres” (Fubini, 2001). Las canciones y melodías que cargamos dentro de nuestro equipaje cultural enlazan determinadas significaciones, valores y funciones que atañen profundamente a los sonidos con el tejido cultural que los produce.
Hormigos (2009) en este sentido afirma: “podemos ver cómo en las prácticas musicales propias de nuestra cultura contemporánea no solo quedan reflejados símbolos y valores, sino también las pautas de estratificación social, las características tecnológicas de nuestro tiempo y la creciente influencia de los medios de producción”. Así que a modo de conclusión la música tiene pues un papel muy significativo en nuestra sociedad en cuanto a comunicación entre los individuos, reflejando la cultura de la cual forma parte.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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