martes, 30 de mayo de 2017

NACIDO EN SIRIA


Que el cine ha de servir para contar algo más que historias, ¡de acuerdo! Y es que si bien el cine nació para entretener a la gente, es evidente que para nuestros días (más cargados de conflictos, aunque siempre el mundo no ha dejado de tener apuros en guerras sinsentido) no debemos dejar de entretenernos, pero también expresarnos a través de las imágenes en movimiento.

Fotograma de "Nacido en Siria"

Para ir directo al grano, traigo a colación y a propósito el filme español “Nacido en Siria” (2016), del cineasta Hernán Zin. Y es que cuando la escena inicial revela a través del diálogo: “Sólo venimos a ayudar, no se asusten, los niños primeros”, estos personajes son las verdaderas realidades de lo que son las víctimas más vulnerables.

Con base en lo anterior, “Nacido en Siria” narra pues el periplo de esos refugiados desde el punto de vista de los niños. Y es que cuando escuchamos: “Todo lo que veo es muerte, olvidé el sentido de la sonrisa”, entramos en ese duro viaje que han tenido que hacer desde Siria tanto ser humano inocente para campamentos en condiciones infrahumanas, otras fronteras, etc., etc. Y como señala “The Hollywood Reporter”: “Lo mismo podría decirse de la profusa puntuación sonora de Gabriel Yared, casi omnipresente y un sentido ocasional de un exceso de manipulación de efecto narrativo, en particular, una secuencia temprana muestra a un hombre que es arrestado en su intento de entrar en Hungría”.

Además el crítico de cine Federico Marín en el diario ABC de España escribe: “Nacido en Siria”, pone rostro infantil a un drama tan «conocido» que ya ni abre los telediarios. Los niños ejemplifican como nadie el alcance de la tragedia, despolitizan el relato y, con algo de suerte, ayudan a abrir los ojos del público, abrumado y aburrido”.

Y esta es la idea principal de lo que quiero resaltar en el niño (y en ese niño que todos llevamos dentro). Y es que para esta etapa de postconflicto en Colombia lo audiovisual debe servir para aprender lecciones de nuevo en corazones adultos y en los niños (que no tiene por qué ver este tipo de cine aun), pero sí con otro tipo de filmes, para respuestas a sus inocentes percepciones.  


Lo que sí vale y se debe resaltar es que no se puede llegar al extremo del dolor de las personas inocentes como arma válida para el documentalista o como abuso del dolor para sembrar tristeza en el espectador. Que quede pues la lección. Debemos tomar conciencia, debemos pensar en un mundo mejor. Pensar menos en las guerras y más en las secuelas, que irremediablemente inducen potentemente  a cómo reflexionar sobre ellas, y más tarde para actuar. 

Gonzalo Restrepo S.
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