Este filme italiano ocupa por estos días noticias de primera plana en la sección de cine, pues gana la edición 61 de la Seminci. Para muchos una sorpresa, para otros no. Pienso que para hablar en clave de comedia la verdad de los seres humanos y de la sociedad en que vivimos (cargada de locuras "largas" y "cortas"; y si entendemos que la locura es la sabiduría misma), pues no hay duda que la cinta (la única que realmente hizo reír en festival de cine de Valladolid) pone el dedo en la llaga.
Con un guion desprevenido en el sentido de lo que le pueda ocurrir a dos protagonistas "mujeres locas" nos formula la pregunta de lo que realmente somos en un sociedad cargada de pura estupidez, y convencionalismos que nos interrumpe (de repente) nuestra forma realmente de querer ser. De pronto esta cinta me recordó aquellas de los años setentas, donde en más de un filme, la vida es un mar de risas a la vida (que bien vale la pena vivirla).
Película entonces inteligente que nos habla del dolor y la alegría (una Bruno Tedeshi neurótica en su roll) de un mundo tragicómico. Y es que cuando las heroínas hacen lo que quieren, la empatía con el público es total. Película pues que nos muestra que la vida no es tan sencilla de llevar, cuando de no forzar apariencias se trata (para soltar la carcajada, verdad).
Gonzalo Restrepo Sánchez
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