Sin lugar a dudas, es la mejor película (una cátedra del
buen quehacer cinematográfico) que ha llegado a las salas del cine en
Barranquilla este año. El cineasta español Alberto Rodríguez con una atmósfera
fascinante (con un toque a los hermanos Coen), plantea un thriller cargado de
agobio, ante las pesquisas de un par de detectives por allá en los años
ochentas.
Otro aspecto interesante es sin
lugar a dudas el paisaje andaluz para mostrar de forma fehaciente ese
transfondo de soledad y misterio cuando de silencios culpables se trata. Esos
silencios de un paisaje que en contraposición a las memorias de un asesinato,
el espectador siempre está atento en descubrir también quien es el culpable.
Ante un color
(brillante fotografía) al mejor estilo policíaco noir reciente del cine
norteamericano, la historia nunca desciende y la luz, da ese semblante del que
nos remite el cineasta francés Jacques Loiseleux,
en un ensayo sobre la importancia de la luz en el cine: “Tanto al filmar como
al proyectar una película, la luz hace visible la imagen. Sin luz no hay
imagen. Además tiene otra función: la de dar sentido a la imagen mediante
el modo en que ilumina el tema y la atmósfera emotiva que genera, haciendo que
los seres y objetos aparezcan no sólo bajo su aspecto estético más favorable,
sino también con plena coherencia para cada película”.
Excelente película
española que abre en el siglo XXI con la fascinación por el cine dirigido a
todos los públicos. Filme altamente recomendado.
Gonzalo Restrepo
Sánchez
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