“Nosferatu”
(1922) es obra clave del expresionismo
alemán, es un clásico del cine de vampiros en el que Max Schreck, es un ser macilento
de mirada espantosa, uñas largas y orejas puntiagudas. No sólo pasa por ser uno
de los films de terror más poéticos de todos los tiempos, sino que nos
aproxima a una versión de “Drácula”, de Stoker.
Con una atmósfera cargada de vida y muerte, realidad y
onirismo, el filme con rasgos metafísicos, nos habla del carácter seductor de
un ser como Orlock. Semanticidad que obliga a pensar en más allá de lo
puramente físico. Y es que sin tratamientos románticos, el filme ante el carácter
embaucador, nos invita a cierta inmortalidad del querer serlo. Y es que el ser
seductor no debe evaluarse por la apariencia del ser, es una condición íntima
que trasciende la mirada erótica. ¿Algo de locura?
De manera que estas historias y en especial esta propuesta de
Murnau, también a través de la fea metáfora de Orlock, lleva a un destino
terrorífico si se quiere, pero es que lo fantasmagórico es una incertidumbre y
un punto admirado de lo ocultista.
Gonzalo
Restrepo Sánchez
Visite:
www.elcinesinirmaslejos.com.co