Esta película recientemente galardona den Cannes, es una historia
que relatada con escasos emplazamientos de cámara, logrando que más de una toma
sea un plano secuencia, nos remite a la idea (con una fotografía magistral) a
los más tristes momentos de unos campesinos colombianos.
Pero la margen de tanta tristeza, la historia también nos
permite a que el tiempo no tiene intención de hacer feliz a nadie. El paso de
las horas es un continuo acercamiento a las deshoras en tierras donde sus
sombras ahuyentan la vida.
Película pues para afirmar, en escasas escenas de transición,
que como reza la canción: “amor se escribe con llanto”. Un triste bambuco colombiano
que deja la razón de unas horas más bien cargadas de incertidumbre. Y esa es la
clave de la lectura de este filme, la incertidumbre a la vida y por supuesto la certidumbre muerte.
Gonzalo Restrepo Sánchez