De entrada hay que reconocer que Steve Carrel ha divido su carrera con este filme en un antes y un después de "Foxcatcher", que entre otras cosas nos habla de las obsesiones a veces sin sentido aparente. En este contexto, cabe precisar que cuando se sale de la zona de comfort de nuestras vidas, cuando la preocupación es más bien una idea obstinada y algo mal sana, pues los resultados son poco halagadores.
De todas formas, este suceso basado en un hecho real, se apoya fundamentalmente en lo que el cerebro es capaz de lograr, cuando de relaciones al éxito se trata. En este sentido, dos caras del asunto, por un lado la del joven luchador, y la del entrenador. Ambos antagónicos en todos los aspectos, menos quizá en el proyecto del éxito que cada quien concibe.
Drama pues psicológico y fascinante, que en un ritmo lento, acompasado por las notas de un piano, no esperemos el éxito al que estamos acostumbrados. ¡Ah! No olvidemos que los benefactores como este que tuvo el deportista de lucha libre David Schultz, no son todos en el contexto del deporte. En ese sentido menos mal, y es que nadie debe considerarse dueño de la vida de nadie.
