Este
filme canadiense toma como punto de partida la relación de una madre (Die) y su hijo (un Steve bien complicado pues
padece TDAH). Sin eco
alguno a “Yo maté a mi madre" (J’ai tué ma mère, 2009), del mismo cineasta, esto viene
a colación porque este “tour de forcé” entre los actores protagonistas de la
cinta “Mommy”, al final nos dejan otra lección de la inteligente tolerancia y
sobre todo: amor en la relación madre e hijo. Además, el cineasta rompe todos
los cánones a los que nos tiene acostumbrado el cine y estos tópicos.
Interesante pues este filme que si bien mantiene un ritmo con
altibajos, pero con unos diálogos semejantes en el contexto de revelar la
propia interioridad de los personajes de este historia. Xavier Dolan nos
mantiene en una especie de constante cautiverio (de pronto el ratio visual en 1:1 que utiliza el cineasta en esta
ocasión, más reducido que el propio 4:3).
Y es que ante el problema de una madre con su
hijo (sin ser una familia disfuncional), toda la puesta en escena con disposición
a lo complejo del asunto y con un derroche en su narrativa, el espectador (por
momentos serio, por momentos riendo), no deja de sentir la opresión y
aislamiento de unos personajes (incluida la vecina Kayla), que simboliza el
microcosmos de una vida cargada de aislamiento, a pesar de vivir en libertad.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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