De todas formas el tratamiento de esta cinta parece a primera vista algo superficial, pero en el fondo no lo es pues, el personaje de la pintora (Emy Adams) es tan talentoso como tonta en el sentido de no de manejar ella su propio camino y dejarlo todo en en manos de un hombre (a la larga sin escrúpulos). De todas formas, esta historia ambientada en los años sesentas, bien ofrece la sensación de una década apacible (la música, la dirección de arte y los colores que priorizan).
Y pienso que la excelencia de este trabajo radica precisamente en ese aparente vació emocional. Pero es que las emociones de una personalidad como Margaret. Llena del amor y el talento como para percibirse así mismo sin temor.
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Gonzalo Restrepo Sánchez