sábado, 17 de enero de 2015

The Grand Budapest Hotel (9 nominaciones al Oscar)



En esta película nominada a 9 “Oscars”, Wes Anderson no sólo es un director inteligente, sino cargado de sutilezas en su cine, muy propias del talento y el cine de autor. Con una excusa en 5 actos, y tomando el robo de un cuadro, un señor como Gustave H., el filme nos hace una extraordinaria disertación sobre la farsa en la que vive la humanidad (Metáfora del Hotel de Budapest). Y Anderson lo rotula oportunamente en varias ocasiones con todos los modelos actanciales observados en la pantalla: Carga de puerilidad (el botones), con su cándida picardía (M. Gustave), con la premura de la espontaneidad (Dmitri), con los prejuicios de la suspicacia (Jopling).

Entonces, cuando la conjetura surge en estos personajes (y muchos otros como Serge X) en la farsa. Es un lculo sencillo, predecible,  diáfano y una presunción que no cerca enigmas indescifrables (un cuadro robado). Así mismo, nos permite sin permiso alguno, iniciar la sonrisa taimada y falazmente amiga cómplice de la mentira. ¿Es que los humanos farsantes son (¿o somos?) así?

La aldea global (el hotel), alterna con el siglo XX, lleno de ridículos engreimientos y ciudadanos que se yuxtaponen en una apacible coexistencia. En este sentido, surge entonces el corolario: El listo más listo choca siempre con alguien que lo supera, y éste lo consigue, la mayor parte de las veces, por su original talento puesto al servicio de una no menos natural tutela de la propia vida y de los oportunos intereses (¿la farsa?).

Gonzalo Restrepo Sánchez
Visite: www.elcinesinirmaslejos.com