Esta cinta alemana
tiene a su favor que el público está invitado a escuchar la música de Pagani.
De cine más bien poco, con el ítem a mi juico del miscast del actor que
caracteriza al l mítico músico.
Respecto al primer
punto de vista, el espectador verdaderamente se recrea en las mejores piezas
musicales del músico. Incluso, pienso que la pantalla queda impregnada de este
valor acusmático.
En relación al segundo
concepto, lo cinematográfico carece de puntos de vista, para conferir a la
historia, todos los sentimientos que se quedan en el aire, al ver a un
personaje como Paganini. Y es que si bien todas las mujeres querían irse a la
cama con él, una vez escuchaban su música, otros aspectos de su vida quedan
poco claro. Cabe enfatizar que el primer tercio de la cinta, al no tener los
suficientes elementos de fuerza en su dramaturgia, todo queda en la destreza de
un violinista con cara de don Juan.
Si tuviera que rescatar
algo, es el personaje de Jared Harris, que como Urbani, resulta ser ese
personaje enigmático que se acerca al músico, consciente de su excepcional
talento, y lo invita a un pacto rizado para hacerlo célebre en todo el mundo.
¡A fe que lo consiguió!
Gonzalo Restrepo
Sánchez
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