Es evidente que en este contexto, los planos de larga duración, un ritmo particular enfático a los planos diseñados, logra un factor estético sobre el silencio (dentro y fuera del encuadre) y nos remite a la idea de Modiano en su libro "El café de la juventud perdida": "Vivimos a merced de ciertos silencios". Y eso es manifiesto en esta película, aunque hay ecos que a veces nos inquieta.
Esta road movie interior, al intentar relatar la vida pasada y presente de una monja llamada Ida, nos remite a ese cine particular que plantea también las inquietudes de un cineasta lleno de temas por contar a su estilo. Pawlikoswski logra enternecernos y dejar al público una serie de encuadres cargados de interrogantes y sensaciones.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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