Obra menor de Allen,
que no obstante, deja escapar en algunos momentos sus obsesiones. De todas
formas, estamos ante un filme que en medio del jazz de los años veintes, nos
recrea la vida de variopintos personajes para hablarnos de que no sólo es la
magia del hombre, sino la magia del alma la que fluye los sentimientos.
En este orden de ideas,
un mago, y una mujer, encuentran sus deseos sobre lo que más allá de lo palpable,
les permite la propia vida. Esto no es otra cosa que el consuelo de la vida a
la luz de una luna (que no vemos nunca en la cinta) pero que está ahí incólume
ante los pormenores de la vida y decidimos mirar al cielo.
El tono de la cinta a
través de la iluminación y su paisaje, nos remite a la idea de que toda época
es siempre la mejor, en la medida en que nos encontremos a nosotros mismos, y
no precisamente a través de la magia.
Gonzalo Restrepo
Sánchez
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