sábado, 4 de octubre de 2014

GONE GIRL


Lo bueno del cineasta David Fincher es que es un artesano de lo audiovisual, y que ciertamente nos deja una enseñanza de lo que es una perfecta gramática cinematográfica. Respecto a la historia, podemos señalar varios aspectos, pero el fundamental es quizá lo que siempre oculta el ser humano detrás de su rostro. Rostros siempre disfrazados de “belleza” para ocultar lo que a la larga siempre nos hace ser: farsantes.

Y es que la doblez en un contexto del matrimonio, siempre aflora los deseos más oscuros del corazón. Ahora, Fincher lo cuenta en clave de  thriller para distinguir, por entre esa perversa o turbia realidad, cuál es la parte digna al ser amada una mujer, por pequeño que fuese el desprecio.

Pero no es un alegato de la cinta sobre estos asuntos moralistas dentro de algún amor desesperado y no correspondido, rabioso. Ambos personajes protagonistas de la película aman la frialdad, la compasión, la apatía, el deber de ser ¿malos?, una postura, una resolución de la universal inmundicia, un gesto, no que lo aclare todo, si no un aspaviento a seguir siendo lo mismo: falsos seres humanos.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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