viernes, 12 de septiembre de 2014

LUCY



En este reciente filme de Besson tiene primero que entenderse dos cosas fundamentales. Que el nombre de Lucy al personaje femenino protagonista, implica conocer (y así comprender la alegoría del filme) a "Luzía"  (una mujer de unos 20 años, de 1,05 m. de estatura y 15. 000 años de antigüedad. Sus restos son los más antiguos de la Eva suramericana, según los descubrimientos genéticos, y fueron hallados en Minas de Gerais, Brasil, hace cuatro décadas (de ahí posiblemente el comienzo de la cinta y casi al final, tengan validez en el relato y comprendamos la idea central de la película). Claro que también se le llamó así a los restos etíopes, pero con más años de antigüedad. Por otro lado, las ideas del neurocientífico (Morgan Freeman), cuando determina sobre la capacidad del ser humano en sus neuronas, donde sólo aprovecha su 10%.

Entonces, en estos dos conceptos, permite conocer de pronto las intenciones y el mensaje de una película (buena en su esencia), que nos deja la idea de qué es más importante: Seguir con nuestras pobre capacidad ante los asuntos de la vida. O ser parte de la vida misma. Esto en otro semema, sería preguntarnos si queremos (bueno lo formula las neuronas que solo les interesa el tiempo), si realmente queremos ser inmortales, o mortales. Pues yo me quedo con la mortalidad (la idea más cuerda).

Y es que el CPH4 del que fomenta la película, puede incitar a más de un ser de este planeta, que de pronto creyéndose tarado, quiere tener el 100% de su cerebro funcionando. Sin embargo, pienso que la mejor molécula para nuestra vida, es Dios. ¡Así usted piense lo contrario! De manera que este este es un filme para cerebros inteligentes (lástima tanto guiño bessoniano).

Gonzalo Restrepo Sánchez
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