viernes, 11 de julio de 2014

Un Dios prohibido


Narrada en primera persona al comienzo de la diégesis, este excelente filme (mal comprendido en España y es que el español es a veces así), arranca con las inquietudes del joven Ramón, próximo a ser un verdadero cura: “A veces el cielo nos manda una señal”, y en el caso del personaje de marras, una simple gota de sangre. Esta es la clave del filme para entender, un poco más adelante, que los todos los visitantes allí señalados por la cámara, serán ultimados —el martirio de los 51 Claretianos de Barbastro (9 religiosos, 42 estudiantes), sufrieron malos tratos y el Obispo del lugar, Florentino Asensio Barroso V—.

Así que esta cinta donde el seminarista Ramón desea llevar la palabra de Dios a otros lugares, es una introspección a un pasado español cargado aun (aunque no lo creamos, en reticencias) con o sin sentido, sean republicanos o fascistas. Así que con el padre Munarriz, Faustino y otros personajes en una España próxima una guerra civil, el joven cineasta muestra con pulcritud en su imagen fotografiada y sin dobleces realidades verdaderas en una puesta en escena funcional al relato.

Con una acusmatización intradiegética próxima a las realidades de una España que se huele y sin alargados sentimientos políticos y religiosos, este atractivo filme eleva el concepto del amor a los demás y la muerte sin sentido que incomoda en puntos de vista diferentes, al servicio de un pasado lleno de recuerdos. Filme altamente recomendado.

Gonzalo Restrepo Sánchez

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