domingo, 6 de abril de 2014

"NOÉ" (NUEVA SIMBOLOGÍA SOBRE LAS COSAS DE DIOS)



“Noe” lo más reciente de Aronofsky es una nueva simbología sobre las cosas de Dios y en su hipertexto el mito de Caín. De todas formas es una inteligente y sorprendente propuesta audiovisual, en la que nunca está demás pensar los propósitos de Dios —para quienes creen en Él—. Además tiene el guión en sus tres tercios el ingrediente de un “Caín moderno”, quizá con la resolución del cineasta sobre el mal, que siempre —o casi siempre— está al lado del bien.

Podemos escribir entonces que estamos ante un Noé muy consciente de quien es, y, para qué fue escogido. Esto permite aseverar que si bien el personaje bíblico mantiene el hilo conductor de la fábula, aunque sea atosigado en algunos momentos por “esos caínes”, el espectador es un convencido que no le pasará nada. No porque el personaje sea un semidiós, sino porque modula en conversación con Dios, lo que a fin de cuentas se debe hacer —a veces simbolizado con el personaje de Matusalén encarnando en Anthony Hopkins—.

Filme pues tremendamente extraordinario en la medida en que nos deje preguntas a nosotros mismos, y sobre todo lo que ha sido la humanidad desde que existe como tal.  Por eso, este “Noé” — al igual que su película  ''Fuente de la Vida—, Aronofsky no nos habla de ser eternos. En este sentido la película ''Noé'' no es opulenta ni pretenciosa. No obstante, no se trata de una ficción cualquiera, sino aquella que muestra en su juicio: su ensimismamiento en su plano estético y filosófico, sobre la esencia de lo que simboliza el amor y los designios de Dios; que nos desafía claramente a la insuficiencia del tiempo con el que contamos y de nuestros errores existenciales —algunas terquedades de Noé—, pero al fin saber qué imaginar con ellos. 

Gonzalo Restrepo Sánchez
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