En 1996 fue un año del cine irlandés en Europa. “Trojan Eddie”, “Michael Collins” y “Some
mother´s son” marcaron la pauta. La
historia de esta última película que traigo a colación (que es leyenda, es mito
y es verdad) es el retrato de unos jóvenes que murieron en sus creencias. En
1976 Kieran Nugent, miembro del IRA se niega a llevar un uniforme de la prisión
en la que está encarcelado.
Para esa época y después de entrevistar a Jim Sheridam, titulaba mí
crítica: “Irlanda abre sus heridas”. Hoy y tras ver el filme de Oliver
Hirschbiegel, “Cinco minutos en el cielo”, podría escribir “Irlanda cierra sus
heridas”. Esta película que toma como punto de partida 1975, con una Irlanda convulsionada
(el IRA, revueltas, etc.). Sin ser una parábola sobre Irlanda, la historia plantea en su discurso fílmico una pregunta
sin ambages: ¿Se puede estrechar la mano
del enemigo y ser víctima al mismo tiempo?
Hoy día los conceptos de para llegar a feliz término una conciliación,
no son nada fáciles, sobre todo cuando se trata de heridas profundas y sobre
todo regiones como el norte de Irlanda (arrastrando por más de 700 años un
conflicto) . En “Cinco minutos en el cielo”
Alistair (Liam Neeson) y Joe (James Nesbitt) se deben “dar la mano”. Un
asesino del IRA se enfrenta al hermano de una de sus víctimas, 30 años después
de ocurrido el brutal hecho y que para ambos, marcaron caminos diferentes y
toma de conciencias respecto a la verdad
y reconciliación.
Aunque en un artículo de Cédric Gouverneur en “Le monde diplomatic” se
lee que: “El fin de la violencia en
Irlanda del Norte no significa lamentablemente que exista voluntad de
reconciliación entre unionistas y republicanos. Los dirigentes de ambos bandos
convergen en una innovadora noción de cooperación, no acompañada todavía por
las comunidades, que disfrutan el final del miedo, pero siguen cultivando sus
odios y sus mártires, a pesar de todo”. Podemos concluir que la película
“Cinco minutos en el cielo”, es una mirada decididamente afectiva y dura. Una
posición sobre verdad y reconciliación en una Irlanda siempre atenta a nuestros
afectos. Ojalá algunos tomen el ejemplo de este excelente filme.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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