lunes, 6 de enero de 2014

ANTICRISTO


Me asalta dos aspectos para intentar explicar significados de  este cine de autor. Uno, escribir para quien ha visto la película —rodada rabiosamente con cámara en mano algunas escenas— y otra, para quien no la ha observado. De todas formas pienso que para ambos lectores, bien puede valer el resultado de mi análisis en este filme que con el dolor, la desesperanza y la dureza de ciertas imágenes (sexo explícito junto a extrema violencia), nos da un tratado acerca  de la anatomía del miedo y algunas de sus fronteras. “El miedo es el más ignorante, el más injusto y el más cruel de los consejeros” (Edmond Burke)

Y es que a través de un matrimonio en crisis, Lars von Trier en vez de objetar el miedo, nos expresa  a través  del personaje masculino: “Deja que el miedo entre”. Cuando él (Willen Dafoe), tras escuchar un breve relato de su esposa (Charlotte Gainsbourg), le impugna: “Las bellotas no lloran” y sostiene que en eso consiste el miedo ya que la mente distorsiona la realidad.  Comprendemos cómo ve él a su persona amada —víctima de equívocos y errores— sin  la aceleración de su pulso, aunque diálogos freudianos.

Recordando una frase de Heideegger que decía: “No podemos ni siquiera imaginar como sería el mundo visto con los ojos de un valiente”. La vida del ser humano debe tener miedos como una conducta psicológica normal, ya que como lo sentencia el film (partiendo de la idea del hijo fallecido de la pareja): La historia no la mueve la fatalidad según los astros, sino el eterno juego furtivo de las pasiones. Marañón alguna vez sentenció: “Cada gran suceso ha nacido de una hora de pasión” (interesante el provocador y perturbador prólogo en blanco y negro del film, donde además, nos adviene, sin equívocos el segundo capítulo de la película, que habla del dolor (“reina el caos”) y por supuesto de su epílogo.

Por lo demás —y ante la ausencia de un mayor espacio— “Anticristo” es a mi juicio una obra llena de muchos simbolismos sobre la culpa, el dolor, la desesperanza, la tristeza y sobre todo: Que nos engulle sin ambages visuales, la angustia y los miedos patológicos. Aunque con las buenas intenciones, también, de cómo salir de  ellos, como si el miedo no existiera.

Gonzalo Restrepo Sánchez