sábado, 18 de enero de 2014

AMERICAN HUSTLE



Esta película que huela a Elliot Gold  en al otro lado de Brooklin en el sentido más metafórico, a “Bob, Carol,  Ted and Alice”, respecto a la ácida mirada de la moral americana de los años en que transcurre esta cinta de Paul Mazursky, y con base en esto; a rabiar una época en la que se desarrolla la trama, bien puede resumirse en dos pilares fundamentales —clave de la lectura del film—, en un excelente guión y personajes dignos de no ser adictos al sistema:

Primero, si el hombre vive en una dualidad de ser —cuando habla consigo mismo— y aparentar ser —de cara a los demás—, lo importante y para ello me remito al bioquímico Dispenza: “Si al final comprendemos que nuestros vanos intentos de dar una imagen ideal a los demás no es más que una estrategia para asegurarnos que los sentimientos de los que hemos estado huyendo no nos alcancen. ¿Hasta cuándo podemos seguir haciendo malabarismos con un montón de pelotas en el aire para que nuestra vida no se derrumbe?”

Segundo y más allá de una historia sobre una estafa y sobre las quiméricas apariencias, todo resulta ser una fábula sobre cómicos de vodevil que se convierten en ladrones, se meten en líos con la mafia y salen airosos ante la oportunidad engañosa que a veces nos queremos dar, creyendo que las falsas identidades —demarcado en unos diálogos excelentes del guión—, nos pueden echar una mano.


“American hustle” es pues una cinta estadounidense para estadounidenses, que con la música que envuelve el film, nos trasladamos a momentos personales de una época y generación. Si existe una objeción es para Emy Adams, muy joven para el personaje, aunque ella lo luce  sin aspavientos. Por lo demás ¡altamente recomendada!

Gonzalo Restrepo Sánchez
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