martes, 10 de diciembre de 2013

As I Lay Dying


Sinceramente me parece una acertada adaptación, sobre todo para un libro de Faulkner como lo es “Mientras agonizo”, cargado de monólogos y mucha reflexión en torno a la vida (y la muerte). Y es que cuando escuchamos al inicio en un primer plano de la moribunda madre Addie Bundren, mirando (a la cámara) a nosotros, para seguidamente sentenciar: “Entonces solo recordaba que mi padre decía, que el sentido de la vida era prepararse para estar muerto mucho tiempo"; la película nos revelará en clave de road movie que todos tenemos que transitar en este mundo, para ser finalmente enterrado bajo tierra.

Respecto a los monólogos del libro, y que oímos en la pantalla, los personajes miran a la cámara para que sus diálogos con ellos mismos, en la más obvia razón audiovisual de subjetivizar, nos permita confrontar nuestros propios valores, que de pronto manda la sociedad. Pero es que también cuando la pantalla se divide en dos para seguir el relato, entendemos los diferentes puntos de vista de James Franco (actor y director). De manera pues que estamos ante una obra estimable, donde los actores (y su personajes) brillan a la realidad más triste de seres pobres.

Además, la película supone un viaje a la América más recóndita y a que, gracias a una nómina de actores (que capitanea el propio James Franco), confieren de verdad la pantalla y hacen que trascienda más natural al espectador. En el film advertimos a  un excepcional Tim Blake Nelson, interpretando al padre de familia y Logan Marshall-Green, Ahna O’Reilly y Jim Parrack, dotando de un autenticidad exuberante a está agobiadísima fábula.

Gonzalo Restrepo Sánchez

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