El demonio mujer (Sherlly Herrera) y Brenda (Catherin Escobar) Foto: Leonardo Peñaranda |
Mucho se ha escrito
sobre el poema “Una temporada en
infierno”, de Arthur Rimbaud, y lo mismo
que en el cine. En este cortometraje con el mismo nombre del poema, el cineasta
y escritor Gonzalo Restrepo Sánchez (en una cinta donde los estudiantes de
noveno semestre de la Escuela de Comunicación Social y Periodismo, de la
Universidad Sergio Arboleda, seccional Santa Marta, realizaron la producción como examen final de
la cátedra Argumental, teniendo como director de fotografía a Francisco “Pacho”
Gaviria), una vez más se pone de relieve el carácter finito de la razón humana.
Respecto a esta libre
versión del cineasta colombiano, filmada en Santa Marta (capital del
departamento de Magdalena), vemos como a través de un sueño del personaje
principal llamado Brenda (Katherin Escobar), su imaginario amoroso plantea a
través de la tentación de un demonio femenino, posiblemente ¿Igaret? (una buena
actuación de Sherlly Herrera), el que una mujer tenga como objeto del deseo a
otra mujer llamada Semíramis (Lorena Pinedo). Así que esta sencilla idea y nada
novedosa en el cine, y con la ausencia de escenas cargadas de algún tipo de
erotismo, la trama deviene entre la inocencia y las ganas de ser mujer.
Lorena Pineda como Semíramis Foto: Lonardo Peñaranda |
Si bien esto resulta
ser una interesante antítesis en el espacio onírico de la trama, es a fin de
cuentas, como una confrontación entre los instintos del ser humano, y la
racionalidad en sentido kantiano de que la actividad del espíritu tiene tres
niveles: sensibilidad (Sinnlichkeit),
entendimiento (Verstand) y
razón (Vernunft). La razón, con
sus principios, unifica las normas o reglas del entendimiento, y éstas, a su
vez, maniobran cara a la unificación de lo sensible (en la cinta Brenda no
claudica a las tentaciones del diablo femenino Igaret)
.
.
Como dice Kant:
«Nuestro conocimiento empieza por los sentidos, de allí pasa al entendimiento y
termina en la razón». Como corolario, por un lado, el entendimiento que maneja
al margen de la experiencia, transita en el vacío y, por otro lado, lo sensible
sin la mediación espontánea del entendimiento, aparece como un conglomerado complicado
de sensaciones sin sentido.
Ya en el mundo real, no
onírico, la joven e inocente Brenda se sorprende, pues al ver esos personajes
del sueño, en un final abierto, cuando se dispone a ir a la Universidad, surge
la formulación: ¿Qué ocurrirá? Pues con seguridad la idea kantiana ya expresada
en el sueño y a la larga es la ideología del film: Como la razón reposa en las síntesis del
entendimiento y la sensibilidad, no pasará de ser una ilusión dialéctica. Nada
de agonías e ideas irreprochables. ¡Dicho de otra forma! Si aunque nada de lo
humano me es ajeno, a la larga siempre imperan las buenas y mejores
intenciones. Y esto no es precisamente lo que “habla” el poema de Rimbaud.