sábado, 25 de mayo de 2013

UNA CRÍTICA KANTIANA AL FILM "UNA TEMPORADA EN EL INFIERNO", DE GONZALO RESTREPO SÁNCHEZ


El demonio mujer (Sherlly Herrera) y Brenda (Catherin Escobar) Foto: Leonardo Peñaranda

Mucho se ha escrito sobre  el poema “Una temporada en infierno”, de Arthur  Rimbaud, y lo mismo que en el cine. En este cortometraje con el mismo nombre del poema, el cineasta y escritor Gonzalo Restrepo Sánchez (en una cinta donde los estudiantes de noveno semestre de la Escuela de Comunicación Social y Periodismo, de la Universidad Sergio Arboleda, seccional Santa Marta,  realizaron la producción como examen final de la cátedra Argumental, teniendo como director de fotografía a Francisco “Pacho” Gaviria), una vez más se pone de relieve el carácter finito de la razón humana.

Respecto a esta libre versión del cineasta colombiano, filmada en Santa Marta (capital del departamento de Magdalena), vemos como a través de un sueño del personaje principal llamado Brenda (Katherin Escobar), su imaginario amoroso plantea a través de la tentación de un demonio femenino, posiblemente ¿Igaret? (una buena actuación de Sherlly Herrera), el que una mujer tenga como objeto del deseo a otra mujer llamada Semíramis (Lorena Pinedo). Así que esta sencilla idea y nada novedosa en el cine, y con la ausencia de escenas cargadas de algún tipo de erotismo, la trama deviene entre la inocencia y las ganas de ser mujer.

Lorena Pineda como Semíramis  Foto: Lonardo Peñaranda

Si bien esto resulta ser una interesante antítesis en el espacio onírico de la trama, es a fin de cuentas, como una confrontación entre los instintos del ser humano, y la racionalidad en sentido kantiano de que la actividad del espíritu tiene tres niveles: sensibilidad (Sinnlichkeit), entendimiento (Verstand) y razón (Vernunft). La razón, con sus principios, unifica las normas o reglas del entendimiento, y éstas, a su vez, maniobran cara a la unificación de lo sensible (en la cinta Brenda no claudica a las tentaciones del diablo femenino Igaret)
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Como dice Kant: «Nuestro conocimiento empieza por los sentidos, de allí pasa al entendimiento y termina en la razón». Como corolario, por un lado, el entendimiento que maneja al margen de la experiencia, transita en el vacío y, por otro lado, lo sensible sin la mediación espontánea del entendimiento, aparece como un conglomerado complicado de sensaciones sin sentido.

Katherine Escobar junto al cineasta Gonzalo Restrepo Sánchez

Ya en el mundo real, no onírico, la joven e inocente Brenda se sorprende, pues al ver esos personajes del sueño, en un final abierto, cuando se dispone a ir a la Universidad, surge la formulación: ¿Qué ocurrirá? Pues con seguridad la idea kantiana ya expresada en el sueño y a la larga es la ideología del film: Como la  razón reposa en las síntesis del entendimiento y la sensibilidad, no pasará de ser una ilusión dialéctica. Nada de agonías e ideas irreprochables. ¡Dicho de otra forma! Si aunque nada de lo humano me es ajeno, a la larga siempre imperan las buenas y mejores intenciones. Y esto no es precisamente lo que “habla” el poema de Rimbaud.