miércoles, 1 de mayo de 2013

CINCUENTA HOMBRES MUERTOS



La película “Fifty Dead Men Walking” de la cineasta canadiense Kari Skogland, toma como punto de partida un incidente real que ocurrió entre 1987 y 1991 en Belfast. La película que arranca en 1988, cuenta en un largo Flash Back parte de la vida del activista del IRA, Martin McGartland, que (seducido por los servicios secretos británicos) evitó por lo menos cincuenta muertes, gracias a los informes que pasó a los ingleses, ayudando a desmantelar además, parte importante de la organización en la que estaba como “topo” (en espionaje un agente infiltrado en una organización que sirve a otra).

 A fin de salvar al mayor número de vidas humanas posibles, cuando Fergus (Ben Kinsley en un acertado casting) al contratar a Martin como infiltrado le dice que “todos podemos ser asesinos”, si bien evidencia su sentido de manipulación, y ante el Ejército Republicano Irlandés por un lado y la policía que intenta detener al joven delincuente por el otro, la dialéctica de Martin apenas roza sus intenciones personales y sociales ¿ante la ausencia de ideales?

Y pienso que este sería el aspecto a analizar del filme. Un personaje que siendo delincuente ¿tiene ideales en su habitual escenario? Recordemos que la sociología y tal como la definió Max Weber, es una ciencia que se propone entender el obrar social interpretando su sentido. De todas formas a mi juicio, la complejidad del asunto sobre la guerra, el terrorismo, la política y (en este caso) los escasos lazos emocionales del personaje ante la familia, su chica, sus amigos, etc. (¿cuestión del guión?); dejan un thriller político más bien sobrio, aunque puedo de calificarlo de bueno.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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