martes, 16 de abril de 2013

UN NOVIO PARA MI MUJER



A mi modo de entender el significado de la taquillera película argentina “Un novio para mi mujer”, protagonizada por Valeria Bertucelli, Adrian Suar, Puma Goity y dirigida por Juan Taratuto, radica en un interrogante del personaje Andrea Ferro —excelente actuación de Valeria— que formula al aire en la emisora donde cree que trabaja y que es una estrategia de su esposo Tenso: ¿Existe la desgracia con suerte?


Y es que su joven matrimonio está muy complicado. Además, Andrea cuestiona los buscadores de conciencia, cuando ella —de pronto— no tiene conciencia de su actitud neurótica en su hogar. Visto así el asunto, el filme de Taratuto nos muestra en clave de comedia que las estrategias no existen ni para salvar ni para hundir más un matrimonio. Es, pienso yo, no la desgracia con suerte que cuestiona Andrea en algunas cosas de la vida. Es otra cosa.

Pese a ello no cabe duda que la película es portadora de un análisis específico sobre la condición de los seres humanos en pareja. Una condición existencialista si se quiere. La filosofía existencialista, sobre todo su rama más radical representada principalmente por Sartre y Heidegger, plantea el existir como un “acto en soledad basado en la plena subjetividad, anteponiéndose este existir incluso al ser”. Aunque en el filme los personajes parecen en un momento huir de sus propias realidades, Andrea — ¿A gusto consigo misma a los treinta años?— y sobre todo Tenso, prefieren mostrar tan solo una cara de todas las que podemos tener.

Y es que cuando los personajes miran a la psiquiatra —a la cámara, a nosotros—, me recuerda lo que sentenció en alguna ocasión Simone de Beauvoir: “inútil es que me mire al espejo o que me relate a mi misma mi propia historia: nunca consigo aprehenderme como un objeto completo. Experimento en mí el vacío que soy, siento que no soy”. “Un novio para mi mujer” un una película recomendada a todos los que creen estar al borde del colapso —me refiero al matrimonio—. Al final aprender la lección: formar parte de la solución. Decir siempre la verdad.

Gonzalo Restrepo Sánchez

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