Cuando desde la
perspectiva del siglo XXI se observa y analiza una película como “Niágara”
(1953), del cineasta Henry Hathaway, en una historia en la que una pareja — los
Loomis (Marilyn Monroe y Joseph Cotten) — no esconden sus problemas; podríamos
ser injustos en algunas escenas de acción de la película.
Pero si ella es una
mujer muy sensual, que atrae las miradas de todos los hombres, y él no tolera
esa atracción de su esposa más joven, ya que los celos le tienen delirante; la
intriga de la historia, con un tercer hombre en oposición, resulta ser ejemplo
de buen cine en nuestros días.
Por lo demás, una película que se atreve y vemos a una Marilyn Monroe que se sale de ese prototipo de hembra que nos acostumbró a suspirar, para advertir una “mujer fatal” ¿al mejor estilo del cine negro (“Laura”, de Preminger)?
Gonzalo Restrepo
Sánchez
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