Para precisar y al final de los créditos de este bello film francés, leemos que está dedicado al compositor Kamel Ech-Cheik. De todas formas, esta cinta me recuerda a John Gilbert, quien al no favorecerle su voz ante el advenimiento del sonoro, tuvo que darle paso a la imagen sonora y perder su imagen de actor galán.
De todas formas este es un film que suscita una remembranza al cine silente y su paso al sonoro. Para ello el cineasta francés Michel Hazanavicius utiliza a dos actores ¿rivales? (caracterizados por Jean Dujardin y Bérénice Bejo) que en el vaivén de una industria floreciente, muestra precisamente el pasado y el presente del cine.
Historia pues llena de nostalgia, que nos invita a pensar que nuestras conversaciones interiores y cuando del orgullo se trata, debe llevarnos a pensar que siempre el enemigo a vencer somos nosotros mismos. Por lo demás una banda sonora espectacular y un tono del cine de antes, aunque con la lupa del siglo XXI
