Comedia de Mario Ribero (famoso director de la telenovela “Betty la fea”), que en esta oportunidad, intenta (con relativo éxito), aproximarnos a la idea de que nadie sabe para quien trabaja, en la perfecta lucidez de la torpeza de los hombres, quienes creyéndose libre de culpas, elaboran su dicha o su desgracia.
Es este caso, una pesadumbre intentona de un hombre cuarentón por salir de la falda de una madre manipuladora, que a la larga entorpece el devenir de su hijo, donde el objeto del deseo del hombre de marras, es una Paola Turbay a veces sobreactuada, pero es que la vida es eso: A veces llena de futilidades. Ya lo dijo Oscar Wilde: “sólo las personas superficiales, no juzgan por las apariencias”. A ver si aprendemos un poco de ello, sólo un poco.
Por lo demás una puesta en escena sin complicaciones, algo televisiva, algo reiterativa, pero a fin de cuentas una historia, para desternillarnos un poco de aquellos a quienes la vida parece no sonreírles, por pura ¿mala suerte?
