domingo, 9 de octubre de 2011

PARAMO

Este film colombiano de Jaime Osorio Márquez es de esos que al final te dejan la sensación de lo que es capaz el ser humano en su encuentro con él mismo en situaciones hostiles. Cuando enfrentando así mismo la violencia interior, surge esa naturaleza asesina que (supongo todos llevamos dentro en mayor o menor grado).



Atiborrada de primeros planos crispados y honestos, que te retuercen y te dejan jadeando, dada la confrontación dramática entre ellos y que los emplazamientos de la cámara no lucen forzados, y, con un ritmo por momentos angustioso: el film tiene una propuesta visual llena de muchos valores acusmáticos, que siempre brindan la sensación de que algo puede ocurrir en cualquier momento, pero lo que descubrimos los espectadores en ese universo diegético, es que nosotros somos ese enemigo a vencer (para bien o para mal).

Película pues, un tanto inclasificable, aunque el terror arropa gran parte de la cinta y que sin elementos alotópicos alguno, queda claro que el ser humano genera sus propios fantasmas y abriga el miedo en cualquier momento. Al igual que en el film “Líbano”, de Samuel Maoz, si bien la narración cinematográfica nos lleva a la metonimia y a la esencia poética del cine: La acción y los diálogos de este film, en el sentido de lo que forja la mente de los soldados protagonistas, resulta ser una entelequia —cosa real que lleva en sí el principio de su acción y que tiende por sí misma a su fin propio—.