domingo, 21 de noviembre de 2010

“Harry Potter y las reliquias de la muerte”:

La película en sí, es incompleta, pues se evidencia que necesita una segunda parte para resolver tanto interrogante. Desde este punto de vista, no podemos escribir qué se observó en el film, sino (insisto) en su primera parte. Desde esta perspectiva, entonces; Harry, Herminoe y Ron van a vivir su propia aventura y fuera del hábitat escolar acostumbrado.
De manera que cercados en cierta medida por los caza recompensas, que buscan a los chicos para entregárselos a Voldemort (quien tiene su propios planes), entran en escena Malfoy, Bellatrix y Severus Snape. Pero, examinemos el guión en sus tres terceras partes. La primera parte plantea con claridad visual los propósitos dramáticos.
En el segundo tercio, considero disminuye un poco el interés, pues se centra demasiado en la parte psicológica de los personajes, aunque de pronto esto resulte bien mostrarlo, pues es la propuesta dramática de saber que ocurre en el interior de cada personaje, cuando de pronto hay algún rencor entre ellos.
La tercera parte, evidencia una vez más que, la afirmación de los interrogantes estrictamente hermenéuticos, no serán resueltos, hasta que llegue la segunda parte, cargada (pienso yo), de mucha batalla entre los buenos (Harry y sus amigos) contra los malos.

Preguntarse por qué el éxito de esta saga, independientemente de la escritora del libro, los actores, el acertado casting, la música, los efectos especiales, etc., ante los jóvenes espectadores; habría que buscarla en la magia como isótopo de la capacidad fantástica para una comunicación simbólica sobre el sentido de la imaginación buena, contra la imaginación mala, si usted me permite expresarlo así.
Entonces, aquí actúan las categorías del entendimiento, como cualidad y relación, logrando en nuestro cerebro, no a “formas reales del ser”, sino a “formas del entender” —o estructuración formal de los fenómenos como los poderes sobre naturales que uno a veces desearía tener—. Este es a mi juicio, el éxito de la novela de la J. K. Rowling.
En el estricto campo semántico, no observo metáfora alguna, más bien preguntaría a los lectores de este artículo, ¿qué está pasando en ese contexto de: “el mundo y el yo”, que sitúa y da sentido al conjunto del mundo percibido, o dicho de otra forma, a nuestro modelo interno de la realidad? Pues no hay que alarmarse, en el fondo todos quisiéramos ser ese Harry Potter. Que enunciado de otra forma sería: tener esa varita mágica, para joder a quienes nos quieran joder. Punto.
Dejemos a un lado a Kant cuando distingue dos tipos de juicio: El “a priori”, independiente de la experiencia, que hoy podemos decir estructuran las ciencias axiológicas y puramente formales, y el “a posteriori”, que precisa de la experiencia. Los juicios forman verdadera ciencia o saber, si bien subjetivo, pero que, podríamos decir, organizan conductas adecuadas a la realidad.