martes, 26 de octubre de 2010

“La verdad de Soraya M”

Lo primero que salta a la vista es que “La verdad de Soraya M.” es un film extranjero. Además, de ser una producción norteamericana, su director Cyrus Nowrasteh, es norteamericano de origen iraní.
De todas formas, la trama transcurre en Irán (basado en un bestseller iraní de un periodista llamado Freidoune Sahebjam) y toma como punto de partida hechos reales ocurridos en Irán en los años ochentas. Con una posible densidad maniquea por su carácter de denuncia, ya que a la larga es la “lectura” occidental sobre un aspecto en concreto en el mundo islámico —la lapidación de la mujer—, la película en ese universo particular trasciende y pone de relieve a la mujer con escasas opciones de ser personas tenidas en cuenta en dichas sociedades.
Así que el film, con base en las intrigas de Alí, un esposo (yo diría desde occidente, cargado de perversidad) deseoso que sentencien a muerte a su buena esposa con base en calumnias sobre comportamientos indignos y, en un país islámico; pues las conclusiones saltan a la vista. En este contexto, la trama crece en su interés y la explicación visual de ello nos abruma en su parte final.

Esta parte final de film revela entonces la violencia, y una vez más corre el velo sobre lo que son las religiones, llámese de una u otra forma. No puede ser que el comportamiento del ser humano, se base siempre en normas superiores, para justificarse. A la larga, seres humanos carentes de principios (aunque crean tenerlos), normas que esclavizan lo que a la larga siempre han buscado: ¡Sus intereses particulares! Entonces para qué hablar de justicia.
De todas formas los signos de puntuación de este drama lamentable son válidos y la experiencia cinematográfica tiende a una escritura occidental —planos y contra planos los que quieras, por ejemplo—, aunque (reitero) es una historia de un país islámico.