"Si alguna vez
preguntan de dónde vienen tus sueños, mira a tu alrededor". Esta frase
escuchada en el film, afirma lo que nos viene ordenando los fotogramas que el
cineasta Scorsese nos deja no sólo a la imaginación, sino a los recuerdos y
evocación de Georges Méliès y sus primeros films en el cine.
Este es un film que
necesita ser mirado con los cinco sentidos y estar atento a unos diálogos
—donde recae gran parte de su interés—, para que no trascienda plúmbea al menos
las dos terceras partes del guion.
La última tercera
parte, el libreto (escrito por Polanski y Robert Harris con base en su novela),
tiene entre otras cosas, ese ingrediente del cineasta polaco para desvelar en
figurado equilibrio dramático, la intriga de un texto velo que descubre el
escritor fantasma (Ewan McGregor) de su predecesor, quien, al comienzo del
complot, lo vemos muerto sobre la playa.
Con base en lo
anterior, ese texto escrito dejado por el escritor ya fallecido, y que le da el
Primer Ministro británico Adam Lang al nuevo escritor fantasma; darán justo en
el punto de convergencia para el “timing” del film. Además, que el público
descubra el fondo de la cuestión, en un buen manejo del “hareng saur” —un
mecanismo para la trama destinado a desviar la espera y previsión del
espectador—, y que Hitchcock ilustró con su film “Psicosis”.
Sin comentar para nada
la trama de este thriller político, todos los personajes de la historia,
entiéndase al escritor (Ewan McGregor),a Adam Lang (Pierre Brosnan), Amelia Bly
(Kim Kattrall), Ruth Lang (Olivia Williams) y Paul Emmet (Tom Wilkinson) y
perdonen la tautología pero de eso se trata: bifurcan en la dualidad de
inocentes y culpables, para en un final único –hojas del libro deambulando por
la calle, gracias al viento—, podamos recoger las conclusiones propios de
aquellos textos, sin el peligro de desvirtuar que fue lo que realmente pasó.
Gonzalo Restrepo
Sánchez
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